martes, 1 de julio de 2008

La casta de la ignominia

Aquella afirmación democrática de la izquierda de respetar la propiedad combatiendo viejos prejuicios arraigados en la sociedad de que el socialismo era incompatible con la misma fué un paso importante para la consolidación de la transición. De hecho la idea que se abrió paso con éxito entre los ciudadanos era la de que el socialismo era la garantía de un cambio hacia una sociedad en la que la riqueza fuera compartida por la mayoría acabando progresivamente, mediante reformas económicas convenientemente trazadas, con el abismo que separaba a unos españoles de otros. La izquierda avalaba una sociedad futura en la que las necesidades ciudadanas, la calidad de vida general estuviera garantizada, permitiendo la notoriedad de los que con su trabajo o su capacidad lo merecieran. Era una forma como otra de ir hacia una sociedad igualitaria. Ahora bien, como dice el juan español "obras son amores y no buenas razones". En estos años una costra nacionalista, a veces de izquierdas, en ocasiones de derechas y siempre de centro se ha instalado sobre nuestras espaldas impidiéndonos avanzar en ese sentido de progreso igualitario hacia una sociedad mejor. Entre esa casta política destaca por la corrupción de sus personajes el socialismo que en Cataluña representa mejor que nadie el PSC esa formación federada al viejo PSOE, que ha instalado su estructura de poder sobre la ciudadanía mas humilde, aterrada ante la presión nacionalista, que confía en una organización que por siglas y pasado ven como próxima, y a veces propia. La casta socialista, la mas vulgar entre las nacionalista, ignora a sus bases y se beneficia a la gente sin el menor asomo de vergüenza. La penúltima la hemos leido en la prensa y la responsabilidad la concentran los informadores en el círculo cercano al President Montilla y tiene a mi entender dos aspectos entrelazados, primero el gobierno tripartito que encabeza ha incrementado el número de altos cargos, gerentes, directores generales, etc. en un 25% negando una contención salarial y en segundo lugar ofrece a toda esa fauna clientelar la posibilidad de blindar indemnizaciones millonarias acabando con la pantomima electoralista de Maragall que atacando la gestión anterior de CiU fijó la cuantía de las percepciones de los altos cargos en un máximo de 6 meses. El pasado viernes el Ejecutivo a decidido duplicar las indemnizaciones por despido hasta el año (algunos de estos señores cobran salarios de 90 mil eu/mes), ampliando además a seis meses la obligación del preaviso. De esa forma en caso de cambio de color en el Govern, los entrantes tendrán que tragar seis meses de salarios y pagar un año de indemnización. Nos encontramos con que efectivamente no existe un pacto previo de indemnización, sino una indemnización real por despido improcedente de año y medio. Tienen además la desvergüenza de justificar la decisión en base a las posibilidades que les ofrece el mercado a esos directivos de los organismo y empresas públicas catalanas y la falta de atractivo económico que ofrece la Administración Pública catalana. En plena crisis económica, con un paro galopante, con un país casi en recesión, un colectivo de señores (la mayoría familiares y amigos de la casta política) nos retrotrae al periodo político de la restauración, miles de personas pastando en el presupuesto y la oposición en espectativas de hacerlo. No es de extrañar que en una encuesta de un medio público la juventud catalana se manifestara taxativa, "queremos todos ser funcionarios", "todos tenemos derecho a la bicoca". Y es que el socialismo, la izquierda científica, sabe interpretar magnificamente la teoría de la igualdad que su ideología representa. Desde siempre unos han sido mas iguales que otros. Pobres.

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