viernes, 4 de julio de 2008

Pujol clama

Ha vuelto a contar la trola, poniendo la verdad patas arrriba, de la deuda que tienen los españoles con el catalanismo político. Dice, que la evolución positiva de los últimos 40 años, por no citar el periodo franquista, durante la transición se deben en gran parte al mérito nacionalista. En épocas de crisis (se entiende económica), CiU ha aportado sensatez y colaboración. Parte de una cortina de humo, como siempre, hablando en primer lugar de las propias responsabilidades para terminar reivindicando, sin complejos, el proyecto nacionalista de construcción de país. Lo hace en su blog (Centro de estudios que lleva su nombre), acusando a lo español de hostilidad hacia Cataluña, agrupando en esa actitud a todos los sectores sociales, intelectuales y políticos, económicos, medios de comunicación. Pujol clama contra la opinión pública española reclamando de los catalanes la movilización y defensa del ideal nacionalista. Naturalmente, falsea los datos, al arrogarse el nacionalismo un protagonismo desconocido para los que vivimos el antifranquismo y la transición (de hecho CiU es un partido postdictadura). El protagonismo de la lucha democrática en Cataluña lo tuvieron siempre los ciudadanos, los trabajadores de las fábricas, los vecinos de los barrios, que se dotaron de los instrumentos necesarios con que acabar con la dictadura, CCOO, Asociaciones de Vecinos, etc. El catalanismo fué un componente más, generoso, porque se reivindicó por ciudadanos castellanohablantes de los barrios pobres de la gran ciudad. El nacionalismo pujoliano, desde el gobierno, suplantó esa generosidad popular imponiendo modelos culturales extraños, implantando la inmersión monolingüistica con el señuelo de formar "un solo pueblo""un país", que marchase en dirección contrario al resto de nuestros compatriotas. Un personaje tan presuntuoso y ególatra como él hace suyo un Estatut (de cuya necesidad por parte de los ciudadanos, de cuya elaboración, idas y venidas, vueltas y revueltas, aprobación negociada en la corte, referendum y despliegue actual se puede decir de todo menos que sea un modelo participativo y democrático), y el modelo de financiación auspiciado por ZP (otro hombre de palabra). Todo esa hostilidad, pone en entredicho el papel de vanguardia de la economía catalana dentro de la economía española. Pujol, reclama un nuevo concepto de solidaridad, que, y señala al resto de España debe basarse en el esfuerzo con el objetivo del trabajo bien hecho. El hacedor y provocador de la dispersión de la sociedad, de la crispación, del secuestro de los derechos educativos del niño, del aislamiento del catalán y de una cierta idea del país, del continuo regateo en beneficio propio, de la bilateralidad institucional, buscando la afirmación nacionalista (en absoluto en interés de los catalanes), instruye a la tribu a que levante la cabeza con orgullo y luche. Con un desparpajo brutal, se dirige a los intelectuales españoles, y a la disidencia interna, recordando que con el Manifiesto lo que pretenden es "quitar al catalan, a la cultura catalana, los instrumentos y mecanismos de defensa que necesita para mantener su vitalidad, y que por cierto no han perjudicado en nada la aportación de Cataluña (el pais es él) al progreso democrático, social y económico español". Nos lo dice a nosotros, que somos los protagonistas en la lucha para que el catalán entrase en la escuela, que somos los que defendimos el bilingüismo porque, desde siempre para nosotros la lengua materna debe ser el medio para el progreso intelectual de niño y la integración educativa en Cataluña. Lo defendimos y lo defendemos, porque el asunto afecta a las libertades y no casa con la imposición. No se puede construir una realidad virtual contra las propias personas (que son los sujetos del derecho). Para Pujol, todo lo que cuestione su proyecto de país es un ataque, una lapidación cultural, una vieja idea jacobina de uniformización ideológica. Y como cabalga en esa idea de España, no es de extrañar que en Cataluña nos reserve ideológicamente el calabozo y las cadenas de la integración u asimilación forzosa para construir una autonomía social y política diferente. Apunta que hay una negación de derechos colectivos, nacionales. Efectivamente, primero las personas. Cuidado con el Presidente de honor, que dice que se va, que se va y no termina de irse.

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