
Nadie puede dudar de que
el Hivernacle del
Parc de la
Ciudadella es uno de los lugares mas bellos de la ciudad. Construido a finales del siglo
XIX con motivo de la Exposición Universal de 1888 ha dejado un patrimonio arquitectónico de vidrio, cristal y madera como herencia impres-cindible para los
barceloneses de nuestros días; tiene dos espacios: uno cerrado,
cálido y
húmedo en donde crecen todo tipo de plantas exóticas, un lugar ideal para que el ciudadano se puede recoger (incluso extendido en tumbonas) extasiado en sus propias fantasías y otro abierto a la luz exterior, a la elegancia del cristal y al modernismo, ideal para la celebración de
acontencimientos (congresos, conciertos, etc.). Este espacio ciudadano está sufriendo la desidia e incompetencia de las autoridades
nacionalistas y muy en particular la del
Ayuntamiento de
BCN que lo han abandonado a su suerte,
manteniendolo cerrado, porque no saben que uso puede tener en el futuro;
consiguientemente los cristales se rompen, las pareces se desconchan, aparecen grietas, las plantas mueren, y la ruina asoma cercana a las puertas del hermoso edificio. La irresponsabilidad de nuestra clase política es tremenda si atendemos al gasto: en 1985 el
Hivernacle fue restaurado aprovechando la gran disposición olímpica y puesto a disposición de unos particulares que lograron una concesión de diez años (la parte mas solemne se dedicó a restaurante-
cafetería con algún concierto
finsemanero), funcionando a las mil maravillas.
Increiblemente en el 2006 al acabar el contrato el
Ayuntamiento negó su renovación por exceso de ruido (la
AAVV de Càsc Antic niega conocer queja alguna y apuntan "
Es un lugar precioso que debe continuar al servicio del disfrute ciudadano"). En esa época el consistorio se gastó 1.038.000
eu en una reforma estructural del centro: drenaje e impermeabilización, pintura y restauración y reparación de la claraboya, se realizó el acto político de la
reinauguración, pero se cerró porque todavía no sabían qué hacer, el uso, a que actividad dedicar este patrimonio público. Hasta el Comité de Empresa de Parques y Jardines ha puesto el grito en el cielo con el
comportamiento de las autoridades "
Es lamentable, inconcebible que el Ayuntamiento mantenga cerrado al público durante cuatro años un edificio que forma parte del patrimonio histórico y arquitectónico de Barcelona, y mas después de haber hecho unas inversiones tan importantes". Y es que nuestra clase política, cerrada en sí misma, carece de la
sensibilidad mínima imprescindible para atender a la ciudadanía, o para gestionar su patrimonio. En el
Parc de la
Ciutadella, han dorado las magnificas estatuas de bronce de la cascada (bien en centro
europa, absurdo en el área medierránea), las fúnebres estatuas de mármol se
descascarillan (como sombras de un cementerio), sucias como los cubos de basura ( el cubículo de
Tàpies que emula la limpieza del agua en el PºPicasso) o se olvidan al dominio de las palomas (
Prim) y solo luce espléndido el
Parlament de
Catalunya, con sus tejas y troneras barnizadas, con sus
mossos, los ujiers y sus coches de alta cilindrada aparcados en batería por toda la zona. Es la vida catalana en el parque.