Las cosas del agua, como tantas otras, se han convertido en asunto intratable para los españoles; llegamos al absurdo de reclamar el preciado líquido como patrimonio localista ante las necesidades o la sed de nuestros vecinos: Castilla contra Valencia-Murcia, Aragón frente al Levante (proponiendo la reconversión del desierto de los Monegros en un paraiso del ocio y del agua), Cataluña margina al Mediterráneo español acusán-doles de consumir en exceso, Andalucía reclama estatuta-riamente la propiedad del Guadalquivir ante el asombro de Extremadura, etc. Por encima de la mezquindad territorial, mas hiriente cuando se da entre comunidades pobres, lo que planea es la condena a la España Seca a un sempiterno subdesarrollo y dependencia de la España Húmeda y nacionalista del norte peninsular. Por eso los intentos de dos siglos de políticas regeracionistas y de aprovechamientos de las cuencas plasmado en diferentes Planes Hidrológicos Nacionales han sido tumbados por los intereses espúreos de los territorios mas ricos y sobreexplotadores del preciado elemento en nuestro país (prefieren lanzar las sobras al mar que compartirlas con los compatriotas). Cataluña es el exponente paradigmático de esa política reaccionaria frente al agua: mientras la Cámara de Comercio, el Cercle d'Economia, Foment del Treball, el RACC y diversos colegios profesionales reivindican la necesidad de un trasvase o interconexión entre las comarcas catalanas y el Ebro, la Generalitat (y el nacionalismo compartido) reclaman 9.400 mill/eu a todos los españoles para conseguir 389 Hm3 de aguas adicionales (reutilizando aguas residuales, recuperando acuíferos en desuso, mejorando cañerías y desalinizando agua de mar). Recientemente la Federación Nacional de Comunidades de Regantes ha advertido de que existe un riesgo de que se limite la actividad económica de Cataluña ante la ausencia de un plan serio de intercambio de redes fluviales, a lo que contesta el nacionalismo que con su plan se recuperarán ecológicamente rios y aguas subterráneas, caudales en ríos de poca agua o secos (no es una broma). La última que nos reservaba Montilla o el tripartito es el reciente anuncio de que nos subirán el agua un 77% para cubrir el deficit de la Agència Catalana de l'Aigua que se encuentra metida en todo el berengenal de contruir desalinizadoras, nuevas conducciones, depuradoras, etc. y que alcanza, dicen ellos, los 1.500 mill/eu (en cinco años las familias catalanas pagarán a 3,02 eu/m3 de agua en vez de los 1,7 eu de media actual). A toda esa historia hay que añadir que los ciudadanos de esta comunidad contribuimos en nuestra factura del agua (la mas alta de España) desde los tiempos del Cesar Pujol con suplementos que se elevan a 1.140 mill/anuales para el mantenimiento de la red actual, construcción de depuradoras, alcantarillado, etc. Y mientras tanto en el atardecer del delta del Ebro los campos de arroz se inundan periódicamente de agua dulce, y mas arriba en Aragón se inundan las huertas o los basamentos del Pilar ante las continuas subidas del caudal del río (este año gozamos del invierno mas lluvioso de los últimos 60 años, y las montañas pirenaicas apenas han comenzado el deshielo). Y como siempre el nacionalismo marca la agenda política del gobierno de nuestra gran nación.
martes, 4 de mayo de 2010
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