Por una vez Felip Puig, secretario adjunto de Convergència tiene razón en una cosa, "Montilla destroza el idioma catalán". Sus comparecencias públicas, sus palabras, son el mejor ejemplo de una impostura política en la que nos sumergimos a diario los ciudadanos de estas tierras, el President se esfuerza en hablar en catalán con dificultad en plan institucional ante una sociedad bilingüe, siendo este el idioma en que se mueve con mas dificultad. De esa manera la mayoría de la población, precisamente la que tiene mas dificultades para acceder al conocimiento y al bienestar, recibe una lección política del lider socialista que les quedará marcada para siempre, y es que para ascender socialmente es necesario ceder el castellano materno integrándose al catalán estatutario, comprometiéndonos todo como hace Montilla en el diseño de una nueva realidad monolingüistica y nacionalista. Es una transformación paulatina, en donde poco a poco vas perdiendo girones culturales por aquí y por allá casi sin darte cuenta, avanzando hacia el desarraigo de lo propiamente español. El idioma catalán, como punta de lanza política tiene como misión abrir brecha cultural en las personas, cambiando a la larga sus gustos y valores . Situados en este mundo perdido, cerrado e integrista nos hacemos la misma pregunta de Felip Puig haciendo sangre ¿porqué el sr. Montilla como cualquier otro funcionario de la administración no se le puede exigir un conocimiento del catalán de nivel C?. El razonamiento de Puig tiene su lógica formal que compartimos, "Montilla es incapaz de usar la lengua propia del país con propiedad" después de 30 años de autoinmersión. Es pues contradictorio que la cabeza visible del acoso lingüistico al castellano haga esa demostración de ignorancia en el uso del catalán (aunque hay quien dice que el castellano todavía lo habla peor), teniendo carta libre frente al integrismo purista del idioma. La verdad es que vivimos en una sociedad esquizofrénica, en donde el ciudadano sumiso (que es lo corriente) va aceptando al catalán como instrumento de relación siguiendo los criterios del poder, siendo el español idioma extraño al que se le niega calidad en mas de tres ocasiones, aunque intimamente se utilice en la alcoba. La burocracia de los muchísimos miles de funcionarios que nos atosigan en nuestra Comunidad, como instrumento vivo del nacionalismo legal, te obligan, te exigen un comportamiento normativo y sumiso, aceptando "libremente" el genocidio cultural. En sesión parlamentaria, Josep Lluis Carod, salió en defensa del President, instructivo frente a Felip Puig "Es mejor que una persona se esfuerce en hablar en catalán, aunque lo haga mal, a que no hable el idioma" acusando al diputado de CiU de "falta de respeto institucional". El escándalo alcanzó su cenit cuando Oriol Pujol, acusó a Carod y a Joan Ferran (responsable socialista de Barcelona) de "estar cargándose el catalán", con respuestas desde la bancada de la izquierda, haciéndolo el propio Joan Ferrán y Carme Figueras (esposa de Zaragoza?) miembros destacados de "la securitate" que acusaron "de xenofobo de mierda" al vástago de don Jordi. Después de la sesión siguió la disputa en pasillos, con gritos cruzados de unos y otros. Los nacionalistas sacan brillo a su conquista del charnego agradecido que llega a ser President de la Generalitat, como prueba evidente de las virtudes de las leyes de Normalización o Imposición lingüistica, y extienden la idea entre las buenas gentes de que todos los ciudadanos esforzádose pueden subir a las nubes acolchadas del bienestar en el sueño monolinguistica "si Montilla lo hace, porqué no nosotros", que es lo que democráticamente corresponde hacer en Cataluña. De esa manera, tal y como dice Joaquin Leguina, las clases sociales mas pudientes (pero minoritarias) se perpetuan en el poder, ya que los trabajadores mas humildes son monolingües exclusivamente en castellano y tienen dificultades para incorporarse a la tendencia. La lengua es un problema de clases, naturalmente. Y esa bipolaridad siguen con la descendencia, convirtiendo la división en mal crónico. Una minoría, dominadora en su lengua materna, extiende su poder sobre la mayoría social. Montilla es la excepción que confirma la regla. Felip Puig, al fin y al cabo en la oposición hace público un sentimiento arraigado en el nacionalismo impulsor de "la casa gran", que perfectamente aclaraba tiempo atrás Marta Ferrusola pareja de Jordi Pujol de forma informal "no puede ser que el President de la Generalitat sea andaluz, hable mal el catalán y no haya catalanizado su nombre". De todas maneras el cuento no tiene mayor importancia. Verdad es sin embargo, que nuestro José Montilla (jamás ha hecho otra cosa que medrar en la política), exmilitante stalinista promaoista del PT, hoy reconvertido en la máxima referencia socialista, es un voluntarioso cumplidos del programa político nacionalista. Piano, piano cada semana asiste a dos clases de catalán. ¡Pero que razón tiene Felip Puig! !Pero qué poco aprovecha el dispendio estudiantil! Y en esa farsa, y en estos absurdos debates, pierden su tiempo nuestros dirigentes.
viernes, 18 de julio de 2008
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