Fueron las palabras que mas me impactaron del discurso del President de Catalunya y Secretario General de los socialistas catalanes en la clausura del 11 Congreso del PSC. Acabó sus palabras con un alto ¡Visca Catalunya! seguidas por un bajo ¡Visca els treballadors!. Había desgranado un discurso mal leido en catalán, en el que su condición institucional se sobreponía a la socialista, ahogando con ello el probable discurso crítico que tocaba, pareciendo como si el XI Congreso, y los mas de mil delegados, hubieran sido rebajados a mero instrumento de la negociación sobre financiación con el gobierno de Zapatero. Así había sido preparado por la Securitate de Nicaragua, con Zaragoza (hombre de confianza del President) el Secretario de Organización al frente, contando con la colaboración de los sumisos y fieles congresistas a la Comisión Ejecutiva del partido. Y a la fuerza, los que desganadamente escuchábamos palabras vacias, tenemos que reconocer el éxito del aparato. Las dos últimas intervenciones se escalonaron hablando primero el Presidente español y cerrando el acto Montilla, lo cual chocó en un Congreso que debía clausurar el Secretario del PSC recogiendo el resultado de los trabajos desarrollados en las diferentes comisiones congresuales. Hablo ZP "urbi et orbi" dándonos lecciones de catalanismo progresista, de convivencia de lengüas "Ahora, mas que nunca hay que valorar el respeto a las dos lenguas y la tolerancia que existe en Cataluña" apoyando entusiasta la política pujoliana de inmersión lingüistica, y lo hizo acusándonos (a los que defendimos siempre al catalán como idioma vehicular) de falta de respeto hacia el idioma, pretendiendo imponer el castellano. Deambuló demagogicamente apoyando la expansión en el gasto público, ya que su recorte equivale a atacar las políticas sociales que se adjudica, empleo, pensiones, etc., acabando con un canto a la solidaridad, al acuerdo de todas las Comunidades Autonónomas, ya que el acuerdo puede satisfacer a todos, y por supuesto también a Cataluña. Abogó por escuchar a los otros partidos, por el acuerdo entre todos, familias, sindicatos, patronal, rechazando imponer una determinada política económica. La economía reducida a la inacción, al diálogo social. Le contestó Montilla, defendiendo la política que viene desarrollando el tripartito, el cumplimiento y aplicación del Estatut (ley orgánica firmada por ZP), defendiendo un nuevo sistema de financiación que aplique los compromisos privilegiados con la Comunidad. Entre sonrisas y complicidades dijo que "el que bien le quiere te hará sufrir", insistiendo en que Cataluña "no tiene que salir perjudicada" en este proceso de negociación sobre financiación. Montilla, con esto intenta romper la uniformidad, normalizando la bilateralidad. Es una historía conocida por todos nosotros a diario, y no vale la pena insistir, lo que quieren los nacionalistas de izquierda es la federación asimétrica de Cataluña con España como paso previo a la separación (España es una carga económica y cultural insufrible). El aparato socialista, toda esa burocracia formada y sostenida por una organización que se sustenta del poder, cerrada en ese mundo funcionarial "del servicio público", ha hecho el cálculo que a medio, y no digamos a largo plazo, desplazaran hacia los extremos al resto de formaciones políticas, especialmente CiU, ocupando el espacio modular del nacionalismo. En Cataluña ese es el centro, el catalanismo pujolista. Ahí está las ambiciones de Montilla y Cía, conquistar por nacionalistas el coto catalanista de CiU. Un Congreso gris, lleno de personajes grises, con una Ejecutiva gris, discute de tú a tú con un Presidente ZP, igualmente mediocre y gris que representa a España. Al final, parece que los mas deficientes son los que sobreviven, los menos capaces son los que tienen las ideas claras sobre las idea de perpetuarse en el poder, vivir del presupuesto y oprimir a los de siempre. En una organización compuesta de gentes sin escrúpulos, vertical, obediente, manipuladora, lo que cuenta son los resultados, y estos son evidentes, reelegido Secretario General, José Montilla con un 96,44% de los votos (mas que nadie, como tiene que ser), seguido de su corte de fieles que pierden apoyos en la medida que bajan en el escalafón. El grito de D. José Montilla vitoreando a los trabajadores, es una broma, o es una salida de subconsciente antigüo de aquel militante de izquierdista que fué, o es la demostración del temor que tienen estos señores del PSC, a que por la razón que sea, sus verdaderas victimas despierten de ese letargo que les tienen atados al voto socialista y les pateen colocándolos en el lugar que les corresponde en la historia.
lunes, 21 de julio de 2008
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