Como era de esperar el XV Congreso de Convergència no ha defraudado a la afición catalana. Han escogido para realizar el suyo unas fechas posteriores a de los dos grandes partidos nacionales, sabiendo sus resultados y tendencias futuras, para hacer pública una posición política equidistante en lo económico y social, pero contraria en lo nacional a los dos grandes partidos españoles. Es más, la idea que tiene Convergència de sí misma se vuelve a mostrar como totalizadora y absolutista al fusionar la propia "idea de país" con la propia organización nacionalista. Las intervenciones de los delegados, y de las mas altas instancias partidarias, siempre han girado en torno al debate frente a España, disputándose su condición de patriotas catalanes. Esas intenciones van descolocando a los otros partidos catalanes, que a fuerza de repetir la idea son vistos por la opinión pública como "entreguistas" a la causa opresora, o de actuar en delegación de servicio pues las direcciones reales de sus partidos, sus centros de decisión, estána seiscientos quilómetros de Cataluña. Artur Mas ha reivindicado para Convergència el carácter de "casa común del nacionalismo", siguiendo la vieja máxima pujoliana del "pal de paller!, subrayando la alianza estratégica con Unió Democràtica, pero abierta a la incorporación de independientes, personalidades de la vida social catalana y descontentos de otras formaciones políticas, si se quiere dar contenido a esa idea de "casa gran del catalanismo". Y de nuevo se reafirma como grupo dominante o decisivo en la ejecutiva nacionalista el pinyol pujoliano que aupó a Mas a la Secretaria General, compuesto por esa mezcla de radicalismo ideológico y mesura en las formas, de Felip Puig (secretario general adjunto), y David Madí , Montserrat Candini, Francesc Homs y Lluis Corominas, como nuevos secretarios ejecutivos. Asombra que un partido clientelista, armado a la sombra del poder, compuesto de antigüos alcaldes franquistas, responsables del sindicato vertical y una burguesía ilustrada mas o menos catalanista, haya evolucionado desde connaturales posiciones de orden, a un partido populista, de mas de 50 mil militantes (el primero de Cataluña), abiertamente catalanista, y que defiende una evolución espaciada hacia la independencia. Pujol lo tiene claro, "en el partido tienen cabida desde nacionalistas moderados hasta independentistas". De hecho este Congreso, situado en esa frontera en la que una vez traspasada se entra directamente en la segregación nacional, pretende empujar a la plural sociedad catalana indiferente o apática a la intolerancia y al extremismo, ofreciendo al partido pujolista, que dará un paso atrás, la ventaja de presentarse como alternativa la moderación, hegemonizando el cambio político de régimen. Es la estrategía de la "indefinición política", de ser "el factor decisivo en la gobernabilidad", la estrategia del agravio permanente, de la incomprensión, etc. deshaciendo cualquier posibilidad de entendimiento y de creación de una nueva realidad democrática. Esa forma de hacer política tiene algo que ver con la silenciosa y astuta del tigre siempre a la espera del descuido para caer mortalmente sobre su indefensa presa. En los inicios de este congreso convergente Artur Mas abogaba alegremente "por el derecho a decidir", dándole con la puerta en las narices a la Constitución del 78 que reconoce ese derecho a todos los españoles, despues la Asamblea ha ratificado "CDC siempre aspirará al reconocimiento nacional de la plena y completa soberanía. En la medida en que el nuevo Estatut reconoce que los poderes de la Generalitat emanan del pueblo catalán, CDC promoverá el ejercicio del derecho a decidir sin otro límite que la voluntad del pueblo". Igualmente el Congreso "considera de interés el efectivo ejercicio del derecho a la autodeterminación". Artur Mas no se ha cortado a la hora de amenazar al Tribunal Constitucional, así en la clausura ha dicho "que si el Tribunal Constitucional recorta el texto del Estatut, Convergència dará por agotada la via estatutaria, y trabajará por la plenitud nacional ". Mas ha acusado al PP y a otros de una cruzada contra Cataluña, insistiendo que si el Tribunal Constitucional lamina el Estatut, considerando que no cabe en la Constitución la via estatutaria habrá tocado a su fin, y se considera con las manos libres para actuar. Los tigres nacionalistas, que antes buscaban el cobijo confortable de la Constitución y el Constitucional para ratificar sus conquistas diferenciadoras y tiranizando a los propios catalanes, ante la posibilidad de una sentencia contraria del Constitucional, ante lo que intuyen como prudente oposición de socialistas y populares a ratificar definitivamente el Estatut, se situan amenazantes en el punto de romper las últimas amarras con "la patria común e indivisible", esa que les considera españoles del año y fantásticos aliados políticos, amenazando con tirarse al monte. En el Oasis, algunos formados en la vieja doctrina maoista (Montilla?), piensan que si en el país hay tigres, los que hay son tigres de papel.
domingo, 13 de julio de 2008
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