viernes, 25 de abril de 2008

Aquel añorado 25 de abril

Parecía que nada ocurría al oeste de la Peninsula. Mirábamos a la Europa próspera del Mercado Común, o lo que es lo mismo a la sociedad democrática plenamente consolidada surgida de la II guerra mundial como el referente obligatorio, cuando en aquel mundo gris del tardofranquismo nos sorprendió la noticia de que en Portugal un grupo de oficiales, un grupo de capitanes habían sacado las tropas a la calle sincronizandose a las 0 horas 20 minutos al oirse la sintonía de la católica radio Renascença que emitía esta magnifica canción de José Alfonso aquel 25 de abril de 1974. El resto de la historia ya la conocemos, está en los libros e impresa en nuestras vivencias, la sorpresa, el agotamiento del país por la inacabable guerra colonial, y la falta de respuesta de ciertas guarniciones de élite requeridas para sofocar el movimiento, acabaron con la dictadura salazarista (la mas antigüa de Europa). Marcelo Caetano, Presidente de la Republica huyó a Brasil, pactando el viejo Régimen (autodefinido como El Estado Novo) la entrega del poder a Antonio de Spinola, general conservador que estaba al margen de la revuelta. En España se renovaron las esperanzas de cambio, incluyendo ahora entre esas esperanzas al Ejercito surgido del 18 de julio que había sufrido lógicamente las mismas mutaciones que el resto de la sociedad, no existía públicamente la UMD, pero ya se comenzaba a hablar de que algunos militares se movían inquietos en los cuarteles, y se hablaba de Diez Alegría, general que parecía cuestionaba la situación política española. Al final los portugueses, el pueblo llano que habían permanecido espectante en sus casas, ante rugido de las cadenas de los tanques y la marcha de los soldados por las avenidas lisboetas, estimulados por las noticias de la radio que comentaban el levantamiento, salieron a la calle confraternizando con los militares, a los que comenzaron a darles bebidas, alimentos, flores y conversación. Apareció el entusiasmo popular de masas que recogieron todas las agencias de noticias. El pueblo, su representación mas exaltada, persiguió a algunos siniestros personajes del Régimen y en algún caso se produjeron saqueos y venganzas. La PIDE, o policía política escapó de sus acuertalamientos ante el acoso ciudadano, dejando en las calles algún muerto. Fué disuelta por las nuevas autoridades. Aparecía un Portugal luminoso y extraño, un vecino entrañable y desconocido era la nueva luz en el occidente continental. En aquel verano, muchos españoles, sacaron billete para conocer a su nuevo vecino, a esa joven nación que asomaba con tantas esperanzas en el concierto mundial de las naciones libres. El hermanamiento futuro estaba garantizado.



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