miércoles, 23 de abril de 2008

Sant Jordi, o la fiesta de cada día

El día 23 de abril según la UNESCO es el día internacional del libro, porque con este día coinciden la muerte de Cervantes, la de Shakespeare y también la del Inca Garcilaso de la Vega. La traducción catalana tiene su versión nacionalista en el día de Sant Jordí, una versión edulcorada de esta fecha, en donde el hombre enamorado entrega una rosa a su pareja y la mujer le devuelve el compromiso con un libro. El nacionalismo se entromete así en las relaciones de pareja, en un amor caballeresco, ambiciosamente eterno, pero que es absolutamente privativo, uniformando los sentimientos y exteriorizándolos, en una manifestación del ser nacional, exportable como tal a lo universal. El otro día el editor Jorge Herralde (que no ha publicado en catalán), señalaba los defectos del acontecimiento comentando la muerte por los éxitos consecutivos de tan señalada fecha. Desde el punto de vista de la industria editorial (acompañante en Cataluña del nacionalismo), impulsora de la fiesta con fines propios, es decir, crematísticos, el objetivo de lograr una base consumista cada vez mayor, no se ha logrado, reduciendose su espacio en comparación a lo que ocurre en otros lugares de nuestro país y tiene su refajo mas antigüo o corsé moderno, en la propia ideología catalanista, que limita el afan cultural de la ciudadanía. Los nacionalistas parten de una base falsa, por obvia, remontando la tradición de la rosa a algo así como mil años atrás, cosa que desmiente la historia o la simple lectura del libro triunfante del año anterior LA CATEDRAL DEL MAR en donde se describen los usos y costumbres de los señores y siervos de la Barcelona medieval. Toda una parafernaria de idealismo, una tomadura de pelo, que a mi parecer, arranca en verdad hace cuatro días, con el movimiento de la Renaixensa, regionalista primero, catalanista mas tarde y finalmente nacionalista en donde se potencian aspectos de la tradición regional, haciendo uso de la poesía y el arte en general, inventándose otros con el fín de desatar cabos comunes con el resto de españoles (analfabetos en su mayoría), y en ese sentido porque en su origen no participan las clases populares y trabajadoras, siempre se tildó a las nuevas ideas, precisamente por esas clases humildes, de movimiento elitista y burgués. Hoy como ayer y quizá menos que mañana, veremos circular en tranvía o por las calles a la contradicción con piernas apresuradas, mas o menos bellas, señoras con flores (que han recibido en el trabajo) y señores agobiados en busca de una rosa en las horas puntas del mediodia para llegar a casa cumpliendo con lo que el sistema impone. Bulliran los comerciantes propietarios de todas las librerías del país, en todos los barrios, sacando los tenderetes expositores al exterior, y con sus productos intelectuales en todos los sitios brillarán los trapos cuatribarrados de la señera omnipresente, correrán los autobuses con esas banderitas encrespadas en las torretas, y algunos afortunados disfrutarán de un magnifico día de primavera recorriendo los stands al por mayor de las Ramblas en donde se dejarán ver los personajillos mas famosos de la tele firmando basurilla acaramelada. Ni que decir tiene la repetición de paradetas de la fauna independentista. Mucha gente, jóvenes en busca de un viaje de final de curso, gitanos, pakis y moros, gritarán ofertas de rosas envueltas en un lacito cuatribarradito, situados en cualquier esquina en donde mane agua de una fuente. Eso sí, al medio día, si la abuela cumple, y si no puede la abuela, la señora de la casa, todos tendremos en la mesa como postre un pastel en cuya decoración aparecerá deslumbrante el amarillo de fondo con las cuatro barras rojas de la sangre, como culminación de la jornada. ¿Se puede ser mas cursi?. Vengan a Cataluña. Todos los giris del mundo, y entre ellos, los forofos del Manchester, todos los ahitos habitantes del primer mundo aficionados sobre todo al consumo y a las llamadas "buenas formas", con todos sus michelines en flor y rojos de cerveza, al fin habrán alcanzado admirados el mejor de sus sueños, el de la sociedad feliz e ideal por la que han perdido la cabeza sus mejores filósofos. Mañana, se abrirá de nuevo la historia habitual de la violencia de género, de la violencia hacia los débiles, de la discriminación lingüistica y de la guerra. El amor entre los hombres, entre las parejas, en la familia, quedará reducido así a una fecha en el calendario nacionalista.

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