Que el poder envanece, ya lo sabiamos los españoles. La vanidad del poder político, generalizada en la actualidad, causa sonrojo a los ciudadanos que creemos en la dignidad de la tarea que les compite a las formaciones políticas que se mueven dentro del marco constitucional. Ese endiosamento, referido a los grandes partidos nacionales es una enfermedad que penetrado profundamente en toda la armazón del estado democrático amenaza destruirlo. Causa espanto, el rifirafe inducido desde la dirección del PP, uno de los dos grandes partidos nacionales, y en nombre de la misma, su Presidente Mariano Rajoy, intentando acabar con la posibilidad de un debate ideológico abierto por los populares con el congreso de Valencia, que se basase en el dato fundamental de la perdida de las elecciones generales del 9 de marzo y cuyas conclusiones, si el Congreso se aplica en ello, se pudieran aprovechar en el futuro. Sus veladas amenazas a Esperanza Aguirre, que sin negar su apoyo a Rajoy, alzó ligeramente la voz hablando de la necesidad de discutir ideas, causa como mínimo escándalo en la numerosa militancia popular. Parece ser que la opiniones sobre cómo debería desarrollarse el Congreso popular de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, han sido aprovechadas por el nuevo equipo del centrista Rajoy para arremeter contra los sectores mas liberales del partido que podría representar Aguirre. De nuevo el aparato de una formación política se coloca enfrente de la exigencia de democracia interna que plantea la Constitución para las organizaciones políticas. Toda la fuerza mediática socialista, que son casi todas las empresas de comunicación, es más, incluso los propios dirigentes socialistas, han salido en defensa de Rajoy frente a Esperanza. De esa manera se aclaran las cosas, Gallardón era en realidad Rajoy. Y en las pasadas elecciones autonómicas, las palabras de Esperanza "de que si viviera en Cataluña, votaría C's", en estos momentos, adquieren su significado frente a las de Piqué que hablaba "de bajos resultados del PP por falta de apoyos mediaticos", porque Piqué en Catalunya era Rajoy. El acta de diputada obtenida por Rosa Diez, interpretada por el aparato popular como votos procedentes de su electorado, se le achaca a la actitud permisiva de la televisión madrileña con la representante de UPiD. Lo había dicho Esperanza, ante el acoso de la prensa a la que jalean los socialistas, "lo contrario del conservador es el liberal y yo me alineo en esa posición" rechazando por enésima vez su intención de ofrecerse como alternativa a Rajoy. No ha sido suficiente, el Presidente del Partido Popular, perdedor electoral por dos veces en sus intenciones de acceder a la Presidencia del Gobierno se dirige solapadamente a ella desde Elche invitándola a marcharse al Partido Liberal o al Partido Conservador, porque Rajoy, absoluto representante del PP en nuestro país, es el representante del Partido de Sarkosy y de Angela Merkel. El Presidente del PP se encuentra cómodo en el papel de dictador, que dicta a un coro de alumnos obedientes, aficionado a las adhesiones indestructibles. Rajoy (mostrando el miedo que le atenaza), la acusa de estar rodeada de cuatro gatos en la capital, de tener un pensamiento doctrinario, y estar al servicio de la cadena COPE y del diario EL MUNDO. Es mas, Rajoy garantiza al partido dos millones de votos procedentes del electorado socialista para las próximas confrontaciones electorales. En estas macroasambleas, el lider se vé rodeado de los mas altos dirigentes autonómicos, amén de las estructuras colaboradoras que acompañan a su equipo, dando una sensación de poderío absoluto. Dicen que el congreso de Valencia, será el congreso de la unanimidad con Rajoy, al que se le reconoce un avance electoral personal y un fracaso del viejo equipo dirigente hoy sustituido por los llamados "sorayos", está concebido con esa intención de proyectar la llamada colaboración institucional con los socialistas. Pretenden que sea un Congreso a la búlgara, con acuerdos unánimes del 9o al 100%. La politica de los populares se subordina en las cuestiones de Estado a los deseos de los socialistas versus nacionalistas, a cambio de ciertas prebendas en las comisiones parlamentarias. Perdidos en su vanidad, abandonan el CGPJ y el TC a su suerte, aceptando ese papel sumiso que hemos visto en la llamada "guerra del agua". Y después vendrá el Estatut. Empezamos a adivinar que los que al final serán los verdaderos defensores de lo indefendible por incostitucional, serán los hombres de Rajoy en Cataluña. Son las virtudes del Oasis, en donde el camaleonico PP, espera encontrar su guarida. Así, creen, ganaran credibilidad entre los nacionalistas moderados. Definitivamente, la vanidad oscurece las mentes. O será que cuando se retrocede se avanza.
(de Voltaire)
(de Voltaire)
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