lunes, 28 de abril de 2008

El PP pide permiso para incorporarse al Régimen

Que el PP es un partido poco serio e incoherente, lo sabemos en primera persona los catalanes. En diferentes momentos se ha acercado políticamente a las posiciones de la comunidad nacionalista, pasando por definirse como catalanista en esas ocasiones, pero no ha terminado de dar el paso definitivo de transformarse en un partido nuevo, rebautizado como de derechas y nacionalista. Es mas, en las posiciones mas blandas, sometido por definición aceptaron la hegemonía nacionalista a la cual prestaron su apoyo, colocados en el incomodo furgón de cola del microcosmos del Oasis, sin embargo el PP fué excluido olimpicamente en el famoso Pacto del Tinell de cualquier espectativa política y de posibles alianzas futuras. No sirvieron sus alegaciones de lealtad al pujolismo, de respaldo a la política nacionalista en las últimos gobiernos del muchas veces Honorable a la que catalogaron de exitosa, no, al contrario, los nacionalistas confesaron públicamente su gran error, y bajo notario aseguraron a los catalanes el repudio a los populares. Esa condición de apestado le persigue al PP allá por donde vaya y ha obligado a esta fuerza política a acentuar un cuestionable perfil español sin dejar de ser el PPC, pero siempre en posiciones condescentientes y colaboracionistas con el orden establecido. Al final, todo el mundo afirma con convicción la inconstancia pepera. Consecuentemente, se ha dado en Cataluña el espectaculo político mas gratificante de los últimos tiempos frenándose la deriva global de la sociedad catalana hacia la antiespañolidad por el silencio, en una iniciativa ciudadana que compartimos y que es la desencadenante de una movilización popular sin precedentes en esta esquinita peninsular y que desembocó en C's, esa interesante apuesta por la sociedad civil frente a una clase política corrompida en sus propios vicios, una salida política que pretende frenar los continuos abusos del poder nacionalista. Al conseguir 3 diputados C's recuperó para la democracia a un PP con aspecto de florero, que por sus limitaciones resulta entreguista. De la antigüa posición de aislamiento, defensiva, de boxeador grogui, el PP podría haber pasado a otra de abierta beligerancia frente al nacionalismo rompiendo con la praxis anterior, y así parecía, Daniel Sirera relevaba a Pique al frente de la gran organización de la derecha española. Nos engañaban las formas, ha durado poco la alegría en la casa del pobre, las urgencias históricas les pueden, su falta de compromiso con los ciudadanos, su poca solidez orgánica, y la derrota electoral de las generales del 9 de marzo han llevado a Rajoy a cambiar bruscamente de estrategia, prescindiendo de una dirección política sólida que le había acompañado en la pasada legislatura, por un nuevo equipo de colaboradores (los sorayos) de dudosa eficacia, Rajoy decide volver sobre sus pasos, recuperando de nuevo las viejas posiciones de Piqué, lo que significa garantizar renovada sumisión al nacionalismo que por momentos resulta mas montaraz, haciendo con ello buena la estrategia de ZP de pactar con los nacionalismos mas radicales siempre que la aritmética le permita conservar el poder. Y de qué han servido las campañas pasadas. El ideal de Rajoy, revelada por su aristocracia cortesana, es la vuelta al centro aunque lo ocupen los nacionalistas, al entendimiento con los Pujoles de turno, tal y como hizo Aznar, recuperando al electorado socialista mas proclive a sus planteamientos, es decir, la inmigración interior de "los nous catalans". Consideramos que el giro politico popular es un enorme error político, de graves consecuencias futuras. El nacionalismo no cederá, téngalo por seguro sr. Rajoy, al contrario buscará consolidar posiciones, desbordando los acuerdos, adoptando las posiciones extremas hasta forzar que el PP se defina como partido nacional catalán tolerante con "el dret a decidir", la discriminación y la independencia. Probablemente el primera paso que darán los sorayos será retirar los recursos de anticonstitucionalidad sobre el Estatut tal y como exige CiU. Si lo hacen, no cabe decirlo, traicionarán de nuevo el espiritu constitucional, nos traicionaran a los españoles, a sus votantes y a los catalanes. Y como nos enseña la historia "Roma no paga traidores", el electorado popular, mas sus potenciales votantes, le volverá la espalda a Rajoy, desligándose de compromisos anteriores. Se abre, pues, un periodo exigencia, sobre todo para fuerzas emergentes como son UPiD y C's, para lograr cubrir el vacio voluntariamente abandonado por el PPC , un tiempo para penetrar profundamente en esa masa de simpatizantes que confíaban en ese partido conservador, no por ser de derechas (ya que aquí CiU cubre la cuota) sino porque representa una alternativa moderna y española a la feudos mas reaccionarios. Marçal Sintes, periodista que pica entre CiU y ERC, y opina en un amplio abanico de diarios, señalaba el domingo el camino a seguir (malo, malo) por el PP desde las páginas del MUNDO "el PP iría mejor en Cataluña si alguien, algún día, explicara a los miembros de su cúpula que con estrategias babélicas tipo Ciutadans -experimento político de dudoso gusto- no irán a ninguna parte" "el PP necesita autonomía (de Madrid) tanto organizativa como de actuación. Continuar como hasta ahora, es decir, menospreciando a Cataluña, es no querer salir del bucle e insistir en el espectaculo de la pescadilla, obsesionada en morderse la cola. Supone una increible miopía en términos partidistas, amén de una gran irresponsabilidad democrática". Al fin Rajoy estará contento, el nacionalismo les dirige la palabra y los vientos a favor le acompañarán en el rumbo. Pronto serán invitados a incorporarse al gran debate nacional. El resultado de tanto desvarío y sedición es previsible, y nosotros ya lo sabemos. Gran fracaso. Claro, que nuestras opiniones política proceden del mal gusto, hay que seguir la consigna oficial, que es lo conveniente y aprovecha.

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