Hace unos días el diputado de C's, Antonio Robles, escribía un artículo en el diario el MUNDO describiendo sus impresiones sobre el viaje a Marruecos como miembro de una delegación del Parlament de Catalunya (comisiones de agricultura, acción rural y alimentación). En viajes aparte marchaban también empresarios, el President Montilla, el Vicepresident Carod y el Conseller de Agricultura Joaquin Llena. Antonio, fija su atención en la ausencia de la bandera española en los diferentes actos a pesar de su uso obligatorio y la sobrepotenciada senyera catalana, que si está presente en todos los actos, y también en los lacitos de las asas de maletas y macutos personales de los parlamentarios y acompañantes. Tuvo Antonio la gallardía de dirigirse en el Parlamento marroquí, en un acto que presidían, ausente la española, "dos banderas inmensas", una marroqui y otra catalana, al sr. Chafik Rachani que encabezaba la delegación magrebí "por la ausencia de la enseña española". No obtuvo respuesta, según escribe, añadiendo a continuación que los huespedes recibieron el comentario complices y risueños. Parece ser, incluso, que un representante de ERC le afeó su comportamiento. De la descripción de su odisea, si se me permite la expresión, yo destaco el párrafo en el que Robles habla de un acto en Casablanca al que asisten 100 empresarios catalanes y marroquíes, Montilla y Carod, el Conseller de Agricultura, el embajador español, el Ministro de Economía marroquí y otras personalidades, en donde el Conseller de Comerç, Huguet, soberanista él, explicando la siniestra conmemoración de 100 aniversario del bombardeo con gases tóxicos de las poblaciones civiles del Rif por parte del ejército español, aclaró que los catalanes no intervinieron siendo España la única culpable, en medio el embajador español, dice Robles, "no pestañeó" y el resto de los asistentes aplaudieron sus palabras. No hace falta alargarse demasiado para compender la intencionada maldad del destacado orate catalán, dirigente de ERC del que tenemos los antecedentes mas sectarios e inquisitoriales (multas por rotulación en castellano, amenazas de guerra civil, etc.). Es inexplicable que una persona que ostenta un alto cargo institucional, representante por tanto de la soberanía española (que es la que reconoce la autonomia catalana y le paga el salario), se aplique en su condición catalanista e independentista a fomentar abiertamente el separatismo, ante las autoridades de otro país, despertando viejos atavismo históricos con nuestro vecino del sur. El sr. Huguet, del que dicen es licenciado en Historia Contemporanea hace ostentación de una, a mi entender, soberana ignorancia. Cómo se atreve a señalar que en 1908-1909, en la llamada guerra de Africa los españoles gasearon con iperita, gas mostaza, a las tribus del Rif, apareciendo como adelantados en todas las guerras criminales que vinieron después. La información que poseo es distinta, fué en la Gran Guerra de 1914-18 en donde se utilizaron por primera vez el gaseado de trincheras, apareciendo aquellas mascarillas que le daban aspecto de insecto a los combatientes, por cierto método repudiado por la comunidad internacional de forma inmediata. La guerra de Africa, fué un reparto colonial en el que España jugó un papel subordinado a Francia, que es la que en todo caso por desarrollo y nivel tecnológico estaba en condiciones de aplicar los métodos mas destructivos sobre las harcas bereberes. El ejercito español inició su aventura colonial, impulsado en parte por el desastre americano, pero sobre todo por las necesidades de la industria que aplicaba la fórmula de la expansión territorial y la explotación de nuevos recursos naturales y mineros. La guerra se inicia en ese proceso de consolidación del ferrocarril a las minas del Rif (que yo he conocido como Sotolaza), consideradas como las mas importantes del mundo a principios del s. XX. El Ejercito colonial español, era un ejército de papel, compuesto por soldados de cupo, analfabetos, escasos de material (con fusiles de museo) y sin apenas apoyo artillero, en el que dominaban una numerosa oficialidad sin formación moderna. Ni que decir de la aviación que apenas estaba inventada. De esa primera guerra, el hecho militar mas importante fué el del BARRANCO DEL LOBO (acompaño la letra de la canción) en donde murieron 200 soldados acribillados desde las laderas del Gurugú que dominaban aguerridos rifeños de las harcas alzadas en guerra santa. Todo eso desencadenó en la peninsula el rechazo a la guerra, "La Semana Trágica", en fin, como diría ZP la memoria histórica. Hay que decir, que durante el franquismo, conocido también como dictadura militar africanista, la oposición utilizaba la canción como símbolo de lucha. La cantaba fenomenalmente mi amigo Andrés Estornell, dirigente obrero del metal, con su voz aflamencada y acazallada en aquellos antros del Barrio Chino en la Barcelona que fué.
En el Barranco del Lobo
hay una fuente que mana
sangre de los españoles
que murieron por la patria.
¡Pobrecitas madres,
cuánto llorarán,
al ver que sus hijos
a la guerra van!
Ni se lava ni se peina
ni se pone la mantilla,
hasta que venga su novio
de la guerra de Melilla.
¡Pobrecitas madres,
cuánto llorarán,
al ver que sus hijos
a la guerra van!
Melilla ya no es Melilla,
Melilla es un matadero
donde van los españoles
a morir como corderos.
¡Pobrecitas madres,
cuánto llorarán,
al ver que sus hijos
a la guerra van!
Final. Hace cuatro días con la visita de los Reyes a las ciudades españolas de Ceuta y Melilla, el régimen alaulí retiró a su embajador en Madrid provocadoramente. Pero España ganó en el respeto internacional. Ahora, el sr. Huguet, repone aquella imprudencia, poniendo las cosas en su sitio. A eso el Sr. Zapatero debe llamarle continuidad diplomática o alianza de civilizaciones, en una moratinesca manera de afirmarse en el concierto de las naciones libres.
hay una fuente que mana
sangre de los españoles
que murieron por la patria.
¡Pobrecitas madres,
cuánto llorarán,
al ver que sus hijos
a la guerra van!
Ni se lava ni se peina
ni se pone la mantilla,
hasta que venga su novio
de la guerra de Melilla.
¡Pobrecitas madres,
cuánto llorarán,
al ver que sus hijos
a la guerra van!
Melilla ya no es Melilla,
Melilla es un matadero
donde van los españoles
a morir como corderos.
¡Pobrecitas madres,
cuánto llorarán,
al ver que sus hijos
a la guerra van!
Final. Hace cuatro días con la visita de los Reyes a las ciudades españolas de Ceuta y Melilla, el régimen alaulí retiró a su embajador en Madrid provocadoramente. Pero España ganó en el respeto internacional. Ahora, el sr. Huguet, repone aquella imprudencia, poniendo las cosas en su sitio. A eso el Sr. Zapatero debe llamarle continuidad diplomática o alianza de civilizaciones, en una moratinesca manera de afirmarse en el concierto de las naciones libres.
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