domingo, 15 de junio de 2008

¡Hala! A trabajar.



El asunto, aunque no pasa desapercibido, resulta para nuestros políticos "de izquierdas" un tema desagradable de tratar por lo que se disimula dentro de unas declaraciones mas o menos formales del portavoz de la organización en la que milite. Nos encontramos con una directiva aprobada el lunes pasado por los Ministros de Trabajo de la Unión Europea, que sitúa el límite de la semana laboral dentro de la CE en 60 horas. El Comisario de Empleo Vladimir Spidla habló defendiendo aunque resulte increible "que es el mayor paso adelante para los trabajadores europeos que refuerza el diálogo social", siendo contestado casi inmediatamente por el Presidente de la CES John Monks como una tomadura de pelo "inaceptable", señalando que moverá todos los hilos para que el Parlamento Europeo tumbe la disposición de la Comisión. Nadie discute el espacio de libertad que supone la pertenencia a la Europa política, pero sí podemos decir que si el continente reposa en una sociedad mixta de mercado y ciudadanía, parece que en la presente situación de crisis se rompe el equilibrio a favor del mercado. Ha sido precisamente en Europa, en las sociedades capitalistas avanzadas, en donde se ha logrado liberar al ciudadano de la esclavitud de la máquina. De hecho el movimiento sindical y los partidos de izquierda tienen que ver en su origen y formación, con las luchas de los trabajadores por las 8 horas de trabajo (8x3, trabajo, descanso y vida social o familiar). Se ha dicho que ese impulso sindical forzó a la industria al perfeccionamiento de los métodos de trabajo, a la innovación y a la aplicación de la técnica en los procesos productivos mejorando la productividad. De hecho actualmente la jornada semanal en Europa se establece en las 48 horas siendo obligado un descanso de 11 horas entre un día y otro y un descanso semanal de 24 horas, aunque hay paises como España cuya jornada semanal son las 40 horas y en Francia por ejemplo son 35 horas semanales. Hablamos de promedios. Es lógico, había penetrado en nuestras sociedades la idea de que avanzabamos rápidamente hacia la "sociedad del ocio", hacia la liberación del trabajo, ajustando el interés o el deseo individual a la producción, se comentaba que podría rendir más y mejor desde casa conectados a la empresa y al mundo global. Palabrería. Nuestros dirigentes europeos, nos piden ajustarnos el cinturón, hablan del trabajo no como maldición bíblica, sino como un bien escaso al cual adorar. Reina el mercado y los llamados capitanes de industria. Los dirigentes europeos han iniciado una deriva que nos retrocede a doscientos años atrás. Si el Parlamento europeo da su visto bueno, los estados iniciarán movimientos que irán corrigiendo la legislación nacional unificando en negativo a todos los ciudadanos. Además como la jornada propuesta se hace en base a un promedio trimestral podriamos encontrarnos con semanas de 78 horas de trabajo y 66 de descanso en función del interés patronal y los condicionantes particulares. Asombra el mutis de los numerosos dirigentes de la izquierda, políticos que por el hecho de ejercer una función si me permiten "minima" tienen garantizadas indemnizaciones millonarias, y jubilaciones esplendidas, ante la enorme desolación que se abre entre los trabajadores de toda condición de nuestro continente. Presumen eso sí de que Europa es la cuna de la civilización. A esos señores no les he visto aportar un mínimo de sus fabulosos recursos en una "caja de resistencia" sindical, en solidaridad con unos trabajadores despedidos o en huelga o abrir una subscripción a favor de desplazados, o víctimas de una guerra, salvo si existe una televisión que lo grabe. Los políticos de la izquierda en nuestro país no dicen nada. Ante nosotros se abre un negro panorama. No me extrañaría que "nuestros representantes" encanezcan cavilando sobre la posibilidad de alargar el periodo de jubilación hasta la invalidez o imposibilidad física o psiquica del anciano, o bien sobre la posibilidad de incorporar al trabajo a los niños recien cubran escolarmente la primaria. En esa situación, cada día se hace mas necesario el cambio, un cambio que redefina las siglas de esa fauna y ponga al descubierto sus vergüenzas.

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