miércoles, 4 de junio de 2008

La libertad de expresión

Los periodistas de fuste tienen una manera muy particular de lograrlo, mantener la independencia de sus opiniones (no condicionados por ningún poder) ofreciendo una visión crítica, en especial la de la acción política del poder y su repercusión en la ciudadanía entre otras cosas. Ese trabajo de control institucional persiguiendo una información no contaminada, para analizarla con objetividad, es lo que marca la calidad del profesional. En esa función, la libertad de la prensa, radio y televisión es esencial, conviertiéndose en un instrumento imprescindible de la salud democrática. En estos tremendos días, el director de La Mañana (COPE), Federico Jiménez los Santos, se ha sometido a juicio a instancias de una querella presentada por el alcalde de Madrid. Evidentemente el asunto tiene una importancia capital, y mucha en Cataluña (en donde por días desaparecen nuestros derechos constitucionales), porque en ese procedimiento se ventila con la libertad de expresión del locutor, la libertad de opinión de todos los ciudadanos y el derecho a recibir la información según la posición del dial. En ese sentido en el juicio nos la jugamos todos los que creemos en la libertad. Cuando uno de los vicios de nuestra sociedad es el arcaismo gremial, resulta paradójico, aunque no casual, que precisamente en la prensa se produzca la excepción a la regla. Hasta ese punto se ha llegado en la degradación, como diría el gran Juan Belmonte. Desde hace un tiempo Enric Juliana desde LA VANGUARDIA, viene emitiendo una serie de opiniones interesadas que persiguen básicamente un objetivo, eliminar de las ondas la voz de Federico. Es una avanzadilla del odio que destila la clase política y la nación catalanista hacia otra visión de la realidad, la del ciudadano mayoria. Utiliza para ello todo tipo de añagazas. Ahora Enric se ha puesto la sotana para hablar de la COPE comentando sobre su misión apostólica, de la iglesia como comunidad, para concluir que el acoso a LA MAÑANA "se extiende como una mancha de aceite". Recoge para ello unas palabras "del blog personal" de Manuel Maria Bru, responsable de los contenidos socio-religiosos de la emisora en defensa del cardenal arzobispo de Barcelona criticado por Federico al atacarle con las dudosas razones de todos conocidas de "que dificulta el trabajo" religioso en Cataluña en una línea habitual en este religioso de defensa incondicional del conjunto del episcopado. Las palabras (latiguillo nacionalista inconfundible) de Sistach, de que la línea editorial de la Cope "produce desafección" entre los fieles fueron contestadas (al parecer) cumplidamente por el periodista. La renovación del contrato del periodista con la emisora ha desatado un odio feroz entre los nacionalistas, saliendo a la tarima Enric Juliana, en el momento preciso del juicio de Federico, para crear jugando con las contradicciones de una iglesia plural y en lo que respecta a los medios inmensamente libre (sobre todo si se la compara con la catalana) para atacar o minar, todo vale, la credibilidad de una emisora que viene denunciando los abusos del poder en nuestra comunidad. Y naturalmente, inmediatamente después, salen personajes como Duran i Lleida (democratacristiano, pero sobre todo nacionalista) para "hablar como cristiano" en nombre de esa comunidad dando la razón a los censores. Ha tenido que salir al paso el mismo Bru, del cual leo en su blog en el día de ayer lo siguiente: "yo no he escrito nunca ni dicho nada en contra de las renovaciones laborales de mis compañeros. Apoyo la decisión...""siempre he apoyado el ideario de la COPE y su línea editorial y con ellos a todos los que la defienden...""mis crítica sobre lo que hayan dicho algunos compañeros, en un ambito libre de debate se reducen a tres en diez años", y después de aludir a Sistach, termina defendiendo a todos los obispos y disculpándose ante los compañeros que pudieran haberse sentido ofendidos por sus reflexiones. Este siniestro personaje, Enric Juliana, agente en Madrid del nacionalismo y a sueldo de LA VANGUARDIA, saca de contexto reflexiones personales para convertirlas en armas, y es que una vez tomada parte entre los que pretendidamente disienten en la iglesia con la lína Federico, no cesará en sus embestidas de una u otra manera, continuaran como cosa necesaria y previa con su acoso y derribo de cualquier disidencia antinacionalista, ya que necesitan para triunfar en sus planes una opinión pública plana. Ante la gran operación de la construcción nacional que importancia tiene el derecho a la libertad de expresión de los escasos periodistas de valor como Federico. Lamentable es también que en todos los ámbitos de la vida nacional, el micronacionalismo encuentra comprensión y aliados. Lo tenemos crudo aquellos que vivimos en primera línea el drama si consiguen sus propositos los liberticidas que espolean a personajes del talante de nuestro Enric Juliana.

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