lunes, 30 de junio de 2008

La pureza nacional y el mérito

Es una cosa conocida por todos los ciudanos de Cataluña, y necesaria para las personas que optan a posicionarse entre la clase dirigente, si se pretende escalar socialmente, al menos exteriormente hay que resaltar las excelencias de las pautas que el Régimen considera como normales, el catalán como lengua vehicular, el subrayado de las diferencias entre lo local y lo español, el rechazo de la cultura integradora sustituyéndola por la del "pa amb tomaca" o "el carajillo". Hay que callarse, y recluir los sentimientos, la libertad individual a los espacios intimos. Todo lo bueno y propio es catalán, todo lo malo es español o de aquellas regiones que presumen de serlo y si además como ocurre con el idioma, este es oficial lo será como residuo franquista. El simbolo español del toro ha sido sustituido por la del burro (de hecho la palabra tan propia en catalán como en castellano ha sido sustituida por la de "ase" marcando la diferencia). De hecho la pegatina del asno enganchada a la trasera de los coches diferencia a unas personas, las mas nacionalistas de las otras que al poner el toro se consideran españolas. Resulta de una tristeza infinita, aunque es humano, que los agentes mas despiadados del catalanismo mas sectario sean los mestizos, o aquellos que siendo de origen inmigrante, idiomaticamente bilingües, actúen como nacionalistas radicales como si tuvieran que lavar el pecado de nacimiento. El ejemplo mas palpable es Montilla, el honorable José Montilla de Iznajar (Córdoba). Muchos castellanohablantes ven en Montilla, un símbolo de la resistencia. Llamándose José (no Josep) se interrogan es President de la Generalitat, ¿se puede llegar mas lejos?. Confían que la política de los socialistas se impondrá al tripartito salvaguardando los derechos y las libertades de la mayoría de la población. En un mundo de arribistas, de gentes que han terminado por avergonzarse de sus origenes y con un poderoso respaldo publicitario es normal el autoengaño colectivo, la excusa. Pero no nos desviemos del núcleo fundamental de mi discurso, el último ejemplo de la autonegación lo tenemos en el Ayuntamiento de Barcelona en el grupo municipal de CiU, y el caso no es excepcional sino ejemplarizante de lo que ocurre en muchos otros casos. El concejal (su grupo tiene 12) Eduardo García Plans, a partir de esta fecha se llamará Eduard Farreres i Plans, desterrando el apellido García de su árbol genealógico. Y es a partir de este momento que empezará a crecer la talla política del personaje en el mundo nacionalista. Su espíritu ha sido lavado en las aguas del Jordán. Su padre García Farreras ha alterado sus apellidos en Farreres García, siguiendo su señora madre con sus apellidos Plans Díez y la resultante un concejal nacionalista neonato con un rumboso porvenir político. La burrología nacionalista esconde la verdad, el apellido García es el mas común de los de Cataluña de largo, hay Garcías por todos lados (un García Carrés formó parte de la trama oculta del 23-F), de hecho hay una población "García", rural y cercana a Tarragona y a la ruta catalana del Cister, que hasta ahora no esconde su toponimia. Pero es que García, para los nacionalistas catalanes es muy español, en Andalucía, Extremadura, Castilla........ hay demasiados Garcías. Poco importan nuestros muertos, lo importante es el mundo que vamos, que van a construir "los vivos".

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