jueves, 19 de noviembre de 2009

El nacionalismo del PSC

El socialismo oficial en Cataluña se mueve en un mar de contradicciones ideológicas; pasando por el congreso de Sitges y terminando con la aventura del President Maragall parecía que la Securitate interna domi-nada por el sector charnegoperiférico le había dado una vuelta de tuerca definitiva al exacerbado nacionalismo "de la gent de casa bé de Sant Gervasi-Bonanova" aterrizando en la realidad del país para conectar con el electorado de izquierdas; nada de eso, el tripartito ha forzado su existencia en base al desarrollo estatutario permitiéndole a Montilla y a sus depredadores la continuidad en el palmito, gozando del poder a discrección. Así ha tomado cuerpo el socialoportunismo, que traicionando a su propio ideario igualitario hace causa común con lo mas extremado del catalanismo abanderando sus reivindicaciones "históricas"; la apuesta por la constitucionalidad del Estatut, se les ha convertido en un boomerang electoral si se confirma que el TC falla en contra lo cual ocurrirá ineludiblemente si el nacionalismo antisistema moviliza a la ciudadanía; por eso asumiendo una superioridad inexistente, Montilla se dirigía el otro día a los Consejeros de otras cinco comunidades que han modificado sus estatutos (Andalucia, Valencia, Castilla-León y Baleares) dandoles la lección de que una sentencia contraria al Estatut sería un retroceso en el proceso descentralizador de España, advirtiendo que podría resultar perjudicial para el conjunto del sistema y su estabilidad; el Estatut es a la "vez un pacto político y la piedra angular del nuevo modelo de descentralización". Los socialistas que viven la contradicción de que sus electores votan PSC queriendo votar PSOE (cualquier despistado puede llegar a esta conclusión estudiando los resultados de cualquier elección), lanzan sus dardos en medio del debate social a la propia Ejecutiva del PSOE, en donde Miquel Iceta recalcó las dificultades políticas que les supondrían una sentencia desfavorable; y como ZP les ha recordado que en democracia se tienen que acatar los dictamenes del alto Tribunal, ellos gritan desde la calle Nicaragua: ¡Faltaría más, solo faltaría que no pudieramos hablar!, se acatará la sentencia pero se seguirá hablando todo lo que se crea conveniente y además habrá una respuesta política si la justicia guillotina el texto; los socialistas catalanes, ilegítimamente, comienzan a presionar a las instituciones del estado para que perciban su propia intranquilidad; nuestro país no se debe dejar engañar por estos barítonos sin causa, que hacen mucho ruido y dan pocas nueces; Montilla, a la vez, enviaba una nota de prensa alertando de la crisis institucional que se abría en el caso de cercenarse el texto estatutario; "foc d'encenalls", res, pura fantasía del oportunismo institucional catalán; el PSC llega a afirmar que el primer perjudicado por una sentencia adversa sería el propio presidente Zapatero que avalando el Estatut adquirió un compromiso con lo que le daría polvora a la artillería del PP. ¡Pasmosa deformación!. La nomenklatura socialista ya ha planteado su táctica para forzar a los catalanes a aceptar el Estatut por las buenas o por las malas: primero se acatará la sentencia pero no se asumirá, segundo se convocarán a todas las fuerzas políticas para dar una respuesta contundente y tercero se conseguirá vía negociación las competencias que sean negadas por el TC. Ante tanta deslealtad y contumacia, ya que lo menor es la falta de visión política, creo que ha llegado el momento de que aquellas fuerzas políticas catalanas minoritarias, la sociedad civil real, comiencen a plantearse cómo lanzar un mensaje integrador que conecte con la gran mayoría ciudadana defendiendo el Estado y a la Constitución como marco de convivencia y límite regional razonable.

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