Mientras Aznar sobrevolaba el cielo de Barcelona camino de Ucrania, el PP abría lo que llaman una Convención nacional que pretendía proyectar una imagen de unidad y de fuerza en torno a su lider Mariano Rajoy; pero las buenas intenciones se rompen cuando la misma SG María Dolores de Cospedal reafirma aquello de que "tenemos un proyecto, tenemos un país y tenemos el lider: ¡Tenemos todo lo que necesitamos! y a gran parte de los asistentes se les pierde la vista en los caminos del cielo que van hacia el este y en la inanidad de las palabras; una unidad aparente en un partido que en encuestas apenas sube en las intenciones de voto y que muestra su desorientación al multiplicar su políticas en función de la taifa; y aún así con políticas a la carta y jugando a la baja en la dirección nacional los líderes regionales se muestran inflexibles en sus ambiciones personales. La ocurrencia de celebrar esa gran reunión de unos 3 mil cuadros del partido en Barcelona ha sido razonada de dos maneras: primero apoyar a Alicia Sánchez Camacho candidata del partido en las autonómicas del año que viene y segundo mejorar sus resultados en esta Cataluña que arrincona al PP como cuarta fuerza política en una posición marginal. Curiosamente, el deseo de gobernar les plantea como objetivo repetir una posible alianza con CiU, tal y como ocurrió con los últimos gobiernos Pujol, que según Alicia supusieron tanto bien para Cataluña, en términos de prosperidad, inversiones y tranquilidad; una colaboración que, para ella no sería exactamente igual (apoyo desde fuera a un gobierno de CiU) sino entrando en el Govern asumiendo alguna Consellería; los nacionalistas que pagaron la lealtad institucional de los peperos con el despropósito de firmar ante notario "el nunca mais" del entendimiento, callan a la espera de conseguir por la fuerza de la gravedad una mayoría absoluta, o una mayoría parlamentaria catalanista que dejaría para el final la oferta conservadora. El PP que no aprende de sus propios errores, insiste en la confrontación derecha contra izquierda, en la lucha clasista del siglo pasado, en gobernar en Madrid, sin advertir que la auténtica batalla se dirime en la periferia entre nacionalismo y democracia. El PP es en Cataluña un partido descolocado, sin efectiva dirección regional por voluntad propia después de que en el último Congreso regional la beatería dominante, el buenismo, se deshiciera de Daniel Sirera sin contar con la opinión de la militancia abriendo ante el propio desconcierto e impotencia una posibilidad de renovación a través de Montserrat Nebrera (que recién acaba de irse), que inmediatamente cortó la dirección nacional apoyando con todos sus medios a la marciana Alicia, una garantía de fidelidad a Génova; es una tradición en la derecha, así cayó a manos de Pujol la cabeza de Vidal Quadras ofrecida en sacrificio por Aznar en su primera legislatura. Y con un partido falto de autonómica, títere y autoritario, además de poco fiable, dificilmente se puede construir una alternativa nacional desde y con Cataluña. Toda la convención barcelonesa, cual traca valenciana, se ha transformado en un espectáctulo a lo Brodway de exaltación de la líder catalana, un derroche de avances tecnologícos, composiciones fotográficas de los asistentes en un panel con la cara de Alicia, venta de chapas y pegatinas, exposición del lema Alica 2010, con el patronaje de la propia líder catalana que se mostraba eufórica y omnipresente, toda sonrisas, toda promesas. Y como muestra de la catalanidad de la Asamblea un stand ofrecía a la venta una retahila de productos gastronómicos catalanes. Ya saben butifarras, anchoas, cava, pan de pagés, ..... ¡Son tan horteras!
sábado, 14 de noviembre de 2009
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