En un reciente artículo de opinión en EL PERIODICO de Cataluña el "arquitecto" Oriol Bohigas reclama "dignificar" el espacio donde se colocarán las columnas de Puig i Cadafalch en la confluencia visual de la recta de Plaza España con la Font Màgica; esa gran superficie enmarcada arriba por los palacios de Alfonso XIII y Victoria Eugenia y abajo por el pavellón de Barcelona de la exposición-29 (que tiene una zona de aparcamiento y un bodrio ferial semicircular ocultándolo) y el edificio Mies van der Rohe de la misma exposición universal, es una zona pública que califica el sr. Bohigas como la peor tratada de Barcelona (bares, jardines y bancadas ciudadanas). El intelectual por antonomasia de "la gauche divine" tuvo su oportunidad para remodelar Barcelona al gusto de la neblinosa Pijolandia de allende los mares del sur pues no en vano ostentó (regidor de cultura y urbanismo en repetidas ocasiones) la dirección de las obras municipales en la época de las "vacas grasas" del entorno olímpico (de hecho su éxito histórico fué aplicar el Plan de la Ribera, del alcalde Porcioles, construyendo la Villa Olímpica que abría BCN al mar); uno de los terrenos en donde actúo dadivosamente el Gobierno español fué en Montjuic, centro de las actividades deportivas, y en el Palau Nacional (la reforma desaconsejada por los expertos de la arquitecto italiana Gae Aulenti se elevó a mas de 103 mill/eu de la fecha). Sorprendentemente la genialidad del "padre padrone de las artes catalanas" nos hace ver la futura plaza columnaria como el espacio mas cuidadosamente trabajado por el Puig i Cadafalch realizador de la exposición universal del 1929 y que en el olvido, hoy es una zona malintencionadamente despreciada y abandonada por el ayuntamiento; nos informa Bohigas que en el inicio de la ascensión al Palau Nacional (en la intención de Puig), las columnas sostendrían una cúpula rebajada como vértice arquitectónico de la monumentalidad espacial y que por su estilo (Wagner Schule), enormes cilindros jónicos culminados en "victorias aladas" acercaban la arquitectura a la modernidad conservadora vienesa y europea. La Dictadura de Primo de Rivera, dice nuestro lumbrera, al mandar retirar las columnas, cambió el proyecto de modernidad por otro serializado de reminiscencia españolistas, regionales y pintorescas (el Palau Nacional de la dictadura es para él una mezcla de la Giralda, San Pedro y los Invalidos). Oriol Bohigas, desechando las intenciones académicas de Puig, califica como determinante la interpretación popular de la memoria histórica, esa idea de que el columnario es un símbolo de catalanidad (las cuatro barras), lo cual le lleva a defender la exigencia de una responsabilidad nacional (ya que nos han prohibido tantos símbolos?) para aprovechar la ocasión. El rey de las noches de Boccacio, el director espiritual de la integrada movida antifranquista (digerida y publicitada por el Régimen) es en la actualidad un militante de la izquierda independentista mas exclusiva (desborda ERC), por eso mismo nos pregunta inquisidor: ¿seremos culpables de abandonar las cuatro barras en un campo raso de detritus y basuras?¿no podemos aprovechar al colocar las columnas, dignificar el entorno?. Todo esto es una ofensa peor que la que nos ocasionó la dictadura de Primo de Rivera. Efectivamente don Oriol, la ocasión la pintan calva para hablar de ofensas y agravios porque a nuestro entender el profesor Puig i Cadafalch aparte de ser arquitecto y director de las obras de la Gran Exposición (que integró los campos y masias de Montjuic a la ciudad) fué un político conservador (presidente de la Diputación de BCN) del periodo de la Mancomunitat catalana al que se podría calificar de primoriverista. Cuando se produce el golpe militar (Marianao y Capitanía) del militar andaluz, el mismo había sido conocido, auspiciado y apoyado (con antelación) por la gente de orden de la BCN de la época (burguesía industrial y mundo agrario); de hecho también la monarquía actúo con complacencia en la asonada cuartelera; en las lecciones escolares recuerdo que nos explicaban (ignorantes maestros) que lo mas granado de BCN, entre ellos el sr. Puig, acudieron a despedir al futuro dictador Primo de Rivera a la Estación de Francia recomendandole "que pusiera en la gobernación mano dura, autoridad y orden para garantizar la protección de la industria". Las cuatro barras reinstaladas ante el Palau Nacional serán lo que los ciudadanos quieran que sean: hoy por hoy un bodrio desfasado de la factura pijonacionalistas mas hortera. Y ya podeis tirar el dinero, los resultados son los que son.
martes, 29 de diciembre de 2009
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