Hay que agradecer al radicalismo nacionalista la defensa de sus principios por encima del interés electoral mas inmediato lo que le permite crear un núcleo ideológico duro (que aglutina jóvenes) que a la larga puede colmar sus ambiciones; en ese sentido las declaraciones de Joan Ridao, Secretario General de ERC defendiendo la distribución territorial de Cataluña en siete "veguerías" en contra de la opinión mayoritaria del PSC e ICV-EUiA resultan espectaculares; recuerda que "les veguerías" figuran en el Estatut y forman parte del Pacte d'Entesa, lo que obliga al Govern a presentar el anteproyecto (a mediados de enero) al margen de la opinión de sus miembros. El asunto es una patata caliente que le cae a Montilla amenazando con quemar las bases de su poder territorial: la contestación a la propuesta del Consejero de Gobernación Jordi Ausàs (ERC) la encabeza la poderosa Diputación de BCN (707 mill/eu de presupuesto) tachando el invento de anticonstitucional, duplicador de funciones, caro y de dificil gestión política y social y que convirte el marco institucional en algo excesivamene complejo; el organismo que preside Antoni Fogué (pareja de Manuela de Madre) reclama como condición previa a su implantación el acuerdo Estado-Generalitat y la unanimidad política para modificar los límites provinciales. Los conflictos no cesan de multiplicarse: la Diputación de Lérida reclama la zona pirenaica y el Solsonés, el Valle de Arán quiere una consideración aparte (idioma propio y territorio aislado) igual que el Penedès, Tarragona se enfrenta a Reus por la capitalidad (con amplias movilizaciones ciudadanas), Osona reclama su centralidad interior, Vilanova (el Garraf) apuesta por su integración en Barcelona, etc. La verdad de nuevo no resplandece, en una encuesta del CEO de la Generalitat los ciudadanos consultados respondieron en su mayoría que no tenían la menor idea de lo que era "una veguería" lo cual no supuso nada para su desarrollo político; ahora bien los nacionalistas barnizan la idea de "vieja reivindicación catalana" para en el fondo comenzar a demoler el poder municipalista de la izquierda; el veguer (la veguería) era una especie de corregidor creado por la monarquía aragonesa (en el medioveo) para centralizar su poder socavando el de los señores feudales (en 1833 se crea la división provincial de España). Los nacionalistas juegan también, naturalmente, a la ruptura con España por la división regional y en la aplicación global del Estatut (que la contempla) contestado por la mayoría de los catalanes y españoles. Para los demócratas de nuestro país la división provincial está consagrada por la Constitución (las siete veguerías seráin siete provincias), rectificar los límites provinciales exigirán una Ley Orgánica (en las Cortes españolas) agraviando a otras comunidades, la circunscripción electoral (provincial) sería modificada retocando la representación territorial, siete veguerías significan edificios, presupuestos, funcionarios (traslados), etc., incrementando hasta el infinito el gasto público. Las palabras de Ridao tienen sentido, ellos son independentistas (no engañan a nadie) y tienen un programa orientado a esa finalidad, por eso denuncia tranquilamente el electoralismo, el conservadurismo, la defensa del "statu quo" que une a sus socios con la oposición de derechas. Los nacionalistas siguen adelante, sus socios callan a pesar del municipalismo y sus oponentes repasan sus posibilidades en las comarcas para el siguiente envite electoral. Ellos tienen razón, aunque ésta nos coloque a todos en pleno manicomio político, algo que se está convirtiendo en consultancial con Cataluña.
miércoles, 30 de diciembre de 2009
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