lunes, 28 de diciembre de 2009

Especulaciones personales

El radicalismo nacionalista espanta de tal manera al "seny" social que se ha roto el cordón umbilical que une el cuerpo electoral (el cual mayoritariamente se abstiene vota en blanco o en nulo) con los partidos políticos de nuestra comunidad. Es algo peculiar y exclusivo de Cataluña esa confluencia ideológica que lleva a confundir a todos los partidos en lo esencial, el catalanismo excluyente, y a olvidarlos en lo general, (política social u económica, proyectos de infraestructuras, educación o sanidad). Esa hegemonía del nacionalismo se concreta en una obsesión identitaria que abomina de la convivencia idiomática y cultural, de la crítica racionalista a esa visión uniformadora, que premia el servilismo, la sospecha y delación como mecanismos de promoción personal; en esa dirección hemos llegado al punto que la participación ciudadana es intrascendente en el juego partidario; estamos a las puertas de la imposición universal en una especie de Régimen totalitario desconocido por nosotros. En esa situación de extrema ansiedad la sociedad catalana fue capaz, hace unos años, de sacar a la luz un movimiento social, Ciutadans, liberador de las tensiones socio-políticas ajustando la política a la realidad. El proceso, mas o menos lo conocemos, una declaración política (de una serie de personalidades), una serie de convocatorias o actos abiertos, Congresos y Partido (definiciones ideológicas), elecciones autonómicas en el otoño-06 en el que se obtienen tres representantes (a todo ayudó el escandaloso proceso estatutario maragallano). Desde la distancia que dá el tiempo se observa: que el nacionalismo ha aumentado su carácter soberanista e independentista desafíando abiertamente a las instituciones estatales (incluida la Monarquía), que el socialismo encabeza la reivindicación estatutaria, que el PP carece de una política catalana (a pesar de su enclaustrado olor eclesial), que el independentismo se disgrega (sumando nuevas fuerzas) y que en el centro político C's y UPyD luchan por el mismo espacio electoral. Los que desconocemos el intringuilis de las desavenencias internas hemos leido con preocupación las declaraciones de Antonio Robles posteriores a su ingreso en UPyD acusando a Albert Rivera de "fraude electoral y de burda traición ideológica al proyecto ilusionante de C's"; la nueva incorporación al partido de la sra. Diez tiene posibilidades de encabezar la candidatura del mismo en las autonómicas de oct-10, con lo que el daño a la causa, eramos pocos y parió la abuela, está asegurado de antemano (incluyo para su propia opción). Habiendo sido durante gran parte de mi vida (como tantos otros) militante de la izquierda real, pienso que uno de los grandes errores de C's consiste en definirse "como partido de centro izquierda" (concepción elitista propia de un Antonio Robles o un José Domingo), cuando su militancia real y su voto venían tanto de la derecha como de la izquierda de la izquierda, cuajando su éxito inicial entre profesionales liberales independientes y exmilitantes antifranquistas; el gran objetivo de integrar al movimiento obrero del extraradio de las grandes ciudades queda como difuminado proyecto (y es por damnificado y por su humanidad numerosa el que garantizará el triunfo futuro), porque es necesario asentarse orgánicamente en las zonas desde donde se espera el voto . Con la perspectiva del tiempo lo único que tenemos es lo que fuimos, la marca electoral C's, el recuerdo, una ventana de ilusión alternativa al frio exterior de las alambradas, personalidad histórica con la que dificilmente podrá competir UPyD con su barnices (el problema de la alternativa política está en la atomización de la militancia y su capacidad combativa). Desde un compromiso real con la lucha por la libertad, abogo desde ya por la unidad, la concesión, el diálogo, la coalición, la integración, el compromiso, el olvido, la innominación, la despersonalización, etc. por el bien de un proyecto político que debe abarcar a todos los catalanes (fundamentalmente) procedan de donde procedan y al margen de su raiz ideológica. Como el ave Fenix tendríamos que remontar permanentemente el vuelo, recuperando el concepto de movimiento antinacionalista (en donde coincide la mayoría) cada día, sumando el máximo número de esfuerzos en un proyecto político liberador. Cataluña será o no será en función del proyecto antinacionalista, de su consolidación mayoritaria o siquiera su posición determinante para la gobernación de nuestro país en el futuro. Las proximas elecciones autonómicas son importantísimas, muchas cosas se mueven en muchas direcciones que no podemos interpretar y la situación comienza a ser inquietante: desde luego si no cuaja el movimiento ciudadano centrista y liberal, será enterrado (existen esos síntomas) por movimientos alternativos de extrema derecha (en la busqueda del equilibrio político muchas encuestas preciden la entrada en el Parlament de PlataformaXCataluña del osonense Josep Anglada). No será una casualidad sino lo lógico (estamos en el Paritorio de la Historia).

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