El domingo 6/12/09 celebraremos el trigésimo primer aniversario del referendum que por sus resultados ampliamente favorables a la propuesta constitucional nos dotaba de una Carta Magna que nos convertía de golpe en ciudadanos, personas libres que estabamos sujetas a obligaciones y derechos; la Constitución esa fuente del derecho democrático era fruto del consenso de la gran mayoría de los partidos políticos incluidos todos los catalanes. La participación en aquella consulta fué superior en Cataluña (67,91%) a la del resto de España (67,11%) y la abstención menor; por votos a favor, 2.701,870 (90,46%) colocaba a nuestra comunidad a la cabeza peninsular por adhesiones. Desde entonces nuestra Constitución ha sido interpretada de forma laxa y el pujolismo ha ido consiguiendo sus objetivos, ganando recursos ante el TC, afianzando el separatismo desde la propia ley por lo cual consideraba hasta tiempos recientes absurdo aventurarse en reformas constitucionales y estatutarias, porque ya obtenia provechos, le iba bien ganar adeptos ofreciendo sus diputados como moneda de gobierno a las dos alternativas nacionales. Clientelismo a través de la fractura en un marco legal inmaculado. La fórmula del tripartito y el nacionalismo ideológico dominante lanzarón a la izquierda por el camino de la ruptura constitucional vía estatut y ganado el debate de la estrategia independentista, no tardó en sumarse CiU (si se quiere por tradición y espacio político). Con todo el Estatut a pesar del interés de la comunidad partitocrática de introducirlo como elemento prioritario y central del trabajo parlamentario llevándolo a todas las instituciones apenas interesaba al 4% de los electores; aprobado y sometido a consulta mediante referendum apenas consiguió un voto a favor del 35,8% del censo, el 73,02% de votantes (1.899,897 electores), una escuálida cosecha para las espuertas de siembra invertidas en el empeño. Inmediatamente los recursos de inconstitucionalidad (entre otros el del Defensor del Pueblo) ponen sobre el tapete constitucional si la fuente de legitimidad arranca de la propia constitución o de supuestos derechos históricos catalanes (como señala el Estatut), igualmente el carácter nacional de España o por contra como dicen los nacionalista la única nación es Cataluña que tiene derecho a toda una simbología y nuestro país en todo caso es un estado plurinacional con símbolos postizos, de igual modo los catalanistas reclaman, como hace el Estatut, relaciones bilaterales con el Estado y multilaterales con el resto de comunidades, mientras nuestra Constitución trata en plano de igualdad a todas las administraciones, pretenden los políticos del Oasis competencias exclusivas en materia legislativa, reglamentaria y ejecutivas, lo cual atenta a la obligación gubernamental de coordinar las leyes autonómicas y a la unidad de mercado, de la misma manera el reconocimiento de las lenguas regionales ha sido sustituido en el Estatut por el deber y el derecho de conocer ambas (lo cual ha abierto la puerta a la exclusión de la lengua común, utilizando como vehicular la catalana a todos los niveles y también en la enseñanza); con la creación estatutaria del Consell de Justicia de Catalunya como órgano exclusivo de gobierno del poder judicial en nuestra comunidad (lo llaman descentralización de la justicia) se pretende romper la igualdad del ciudadano ante la Ley que tiene como referente último al Tribunal Supremo, etc. Los ciudadanos de Cataluña parecemos indefensos ante las tropelías de nuestra clase política que se ha propuesto destruir el consenso constitucional en aras a una desconocida relación asimétrica entre españoles; el propio President José Montilla lo ha dejado claro en el Forum Europa, el Estatut es Constitucional (repiten y machacan la consigna), y lo que se dá en la vida política española es un envenamiento intencionado de las relaciones globales. Ayer en el programa Àgora de tv3 el dirigene de Unió Duran i Lleida defendía la visión de una España confederal (¿?). Aún recuerdo las pobres celebraciones en el treinta aniversario del referendum constitucional en toda España el pasado año; me chocó las que sí hizo las Juventudes Nacionalistas (CdC) convocando a una gran butifarrada como mofa y escarnio de la Carta Suprema. Eso es lo que piensan, eso es lo que sienten. Entonces ¿porqué nos gimotean tanto?¿porqué quieren meternos el miedo en el cuerpo?, pues para que callemos, pretenden conmovernos. Y al final ya se sabe el que calla, otorga.
martes, 1 de diciembre de 2009
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