Esa mirada que espera a las otras que simulan comprensión o rechazo; esos ojos suplicantes de Montilla persiguiendo a los miembros del Tribunal Constitucional y muy especialmente a su Presidenta Maria Emilia Casas intentando detectar esa necesaria complicidad de los magistrados respecto a los designios políticos; curiosamente el boato protocolario situó al President de la Generalitat a espaldas de los Presidentes del TC y del CGPJ. Los socialistas catalanes, instruidos por don José, no se cansan de repetir que el Estatut es constitucional, que ha pasado todo un circuito representativo y ha sido refrendado por la ciudadanía de Cataluña por lo que cumple todos los requisitos; esperan que un Tribunal Constitucional aleccionado por la voluntad política sancione de una puñetera vez una Ley Orgánica que eleva la condición autonómica de la región a la categoría de nación con nuevas y exclusivas transferencias; con la boquita pequeña de la solidariad hablan para fuera de la libertad e independencia de la justicia, con la boca grande de la cotidianidad dudan de la legitimidad del Alto Tribunal y preparan una respuesta política, regulando su contundencia en función del mercadeo electoral. Pura palabrería con ánimo trascendente. Los socialistas españoles tienen respecto al nacionalismo varias almas, destacando en el Parlamento la posición contraría de Bono que con cierta elocuencia pidió el respeto a la Carta Magna que aunque es acogedora no es infinitamente flexible y tiene unos límites perfectamente conocidos que impiden cualquier norma o ley que vaya en su contra. Montilla resultaba patético, en el fondo y en las formas arrastrándose entre sus iguales y protestando su inocencia. El Montilla que conocemos por estos andurriales se hizo presente en Madrid de forma escandalosa, un hombre de baja cultura, de formación política estalinista, un aparatnik, un dictatorzuelo que controla con premios o castigos a toda la organización interna del PSC. Lo que le preocupa a la securitate socialista catalana son los resultados de las encuestas internas y las posibilidades económicas que les generará el nuevo mapa electoral que comenzará a gestarse ya mismo en la Cataluña del 2010, ese es el verdadero indicador ideológico a seguir. Y Montilla, con su mirada zorruna, un hombre formado en el ideal soviético de la unión de repúblicas está en medio del proceso orientándolo; desde luego desde el punto de vista personal la historia le ha dado la razón: en pocos años ha pasado de ser administrativo (via dedo) del Ayuntamiento de Sant Just Desvern (sin pasar las pruebas excluyentes del nivel C de catalán) a President de la Generalitat; el secreto ha estado en callar, en medio sonreir, estrechar la mirada y observar entre rendijas, seguir un guión previo y convertir la adhesión en condición previa a la militancia. Ese pramatismo pretende insuflarlo a su organización política (dificil digestión). Dicen los periodistas que la mirada de Montilla remontaba cuando le leían el artículo de Peces-Barba en el Pais en el cual defendía que "la única nación soberana es España", digan lo que digan la prensa coaligada catalana o los políticos con sonajeros. En esta ocasión Peces-Barba se eleva a los altares de los Santos Padres fundadores de la nueva España relegando a Montilla y a sus coqueteos de caida de ojos a una posición antisistema.
jueves, 10 de diciembre de 2009
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