Los amantes de los espacios públicos tenemos un as en la manga olvidado por las rutas del turismo acumulador y apresurado, que nos permite en estos tiempos de exposición forzosa y compartida, esparcir y gozar de la propia soledad contemplando sus ordenados jardines neoclásicos, perder-nos en la umbría del parque romántico con un libro bajo el brazo o disfrutar de un picnic familiar sin molestar a nadie. El parc del Palau del Labertin d'Horta es una joya mágica que nos reserva una relajada sorpresa en la agitada vida de la Gran Ciudad. Cedido a BCN en 1967 por la familia Desvalls (marqueses de Llupià y de Alfarràs) se abrió al publico a comienzos de los 70 (recuerdo el No-Do en donde, con la presencia de Porcioles por entonces alcalde, se daba cumplida noticia del acontecimiento). Aseguraría que hasta el 92 la entrada era gratuita y restringida a los fines de semana (en esa época era fácil no encontrarte con nadie en su interior y excepcionalmente tropezabas con una decena de visitantes); a partir de los JJOO se construye sobre la Rda. de Dalt el Velódromo a tocar del Parque y en los alrededores viviendas especiales, polideportivo y campos de tenis (Valle Hebrón olímpico); con ello, los barceloneses descubren el Parque, hay alguna reforma (con fondos europeos) y ante la multitudinaria afluencia de personal, el Ayuntamiento comienza a cobrar por la visita. Tras los fastos olímpicos, hoy es el día en que nos llega la noticia de su degradación y abandono: el colectivo Agudells-Ecologista en Acción en un manifiesto denuncia "Todavía no se ha hecho nada por restaurar un Palau que se está desmoronando; hay elementos medievales como la Torre Soberana y dos salas adyacentes del s.VIII; el conjunto está rodeado de una casa de campo de estilo neogótico y neoárabe que se vienen abajo". Doce entidades de Horta-Guinardó se han puesto en pie de guera reclamando a Parques y Jardines (Inma Mayol) una actuación que preserve un patrimonio declarado de interés por la Carta de Florencia de 1981; estos grupo no comprenden como cobrando entradas, en principio destinadas a su conservación (único caso en BCN) no se apliquen a su destino. En una reunión entidades-Ayuntamiento, la Mayol indicó "no actuaremos hasta que tengamos claro, qué proyecto o qué uso tendrá este espacio"; hace unos años el Consistorio barajó la posibilidad de transferir la zona a un inversor privado para construir un Hotel (la idea fue abandonada por la oposición vecinal de Horta-Montbau), después descartaron convertir el Palau en sede del Area de Medio Ambiente del Ayuntamiento; los vecinos, sospechan que el Ayuntamiento no baraja ningún ánimo de restauración dando por bueno el desplome de las instalaciones, por lo que vienen insistiendo en que se ofrezcan alternativas participativas: proponen crear un centro de interpretación de la flora y fauna del Parc de Collcerola, una delegación del Museu d'Història de la Ciutat (exponiendo los restos ibéricos y romanos encontrados en el Valle de Horta, aparte aprovechar sus salas para exposiciones itinerantes); el Ayuntamiento no está de acuerdo; y el futuro pende de un hilo. Mientras unos añoramos los habituales paseos de fin de semana con amigos (me viene a la memoria el gran Pedro León, dirigiente junto a Salgado, Cando, Murcia, Valverde, Nico Albéndiz, Rufino Vas, Prats de las CCOO de los 60), con familiares, el descubrimiento en los niños del hielo superficial en sus lagos de peces de colores, el embarcadero, el rumor del agua o el viento, las aves, etc. con la natural impotencia y enfado, nuestra inolvidable Inma Mayol (ICV) no se le ocurre otra chorrada que proponer reducir la velocidad en las rondas (precisamente a la altura del parque) a 60 km/hora para bajar la contaminación acústica. De esa manera le ponen fácil el desembarque en las Instituciones al nacionalismo de CiU (la primera medida si gana las elecciones, ha dicho Mas, será eliminar las limitaciones de velocidad periféricas). ¡Cuántas imbecilidades juntas!
lunes, 15 de febrero de 2010
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