Se agitaron las aguas y el cenagal respiró burbujas delatadoras de la podredumbre del magma social; el parlamentario socialista, Joan Ferrán, volvía a meter el dedo en el ojo al catalanismo señalando los peligros de una "costra nacionalista" que empapaba la información emitida por la radio-televisión pública de nuestro país; se hacía presente una realidad heredada (el pujolismo se había cuidado de convertir los medios públicos en instrumentos catalanistas al servicio partidario de CiU) que se había enquistado en gurús mediáticos de creciente influencia entre el personal mas bobodependiente y crédulo. Esa lealtad canina a las consignas subliminales de las locales estrellas de la difusión llegó a confundir a Pujol con Cataluña y a la "nación" con el construktator (cosa que persiste en nuestros días); un estereotipo diseñado por los creadores de imagen del nacionalismo soberanista de CiU que se había coronado con éxito ¡Faltaría mas! (la laboriosidad, el trabajo bien hecho está inserto en los genes raciales). El periodista Enric Company (El País) nos aclara que en las memorias de Jordi Mercader (responsable de comunicación de Maragall) se explica como se forjó el tripartito de izquierdas: "Lo primero que reclamaron los negociadores de ERC fue la responsabilidad sobre la política de comunicación del nuevo gobierno y lo que eso implicaba de influencia sobre TV3 y Catalunya Ràdio, toda una premonición. El PSC aceptó inmediatamente"; resultó un movimiento táctico para conseguir el poder y avanzar en un proyecto ideológico independentista, un episodio de realpolitik que les permitía a todos los bucaneros repartirse el botín del voto ciudadano. El escándalo que descoloca a Ferrán, es que con el tripartito hemos llegado a unos medios públicos "antigubernamentales" e independentistas (gana ERC): En septiembre, TV3 dedicó 82 minutos y 12 segundos a la campaña de agitación política en las consultas municipales por la independencia, mientras que el debate parlamentario anual sobre la orientación gobernamental conseguía 28 minutos y 44 segundos. Un disparate descomunal. Los Presidents Maragall-Montilla han renunciado a designar a los directores generales de la radio-televisión autonómica entre personas de su absoluta confianza personal y partidaria dejando esa facultad en manos de ERC (que ha salvado a muchos soberanistas "fumables"); se ha creado un poder en los medios públicos de comunicación aparentemente independiente del Govern pero lastrado por su fidelidad a una de sus fuerzas minoritarias. Lo anterior está resultando fatal para el PSC, para ICV-EUiA y también para la esencia misma del tripartito. Paradogicamente, semana tras semana en horas de máxima audiencia el programa Polònia satiriza cruelmente president Montilla como un personaje inculto, atrasado, idiota, tonto integral, que camina a tientas y tropezones capeando los problemas ciudadanos; en determinada ocasión (discurso del Onze de Setembre) la burlona imitación se hizo a continuación de la emisión oficial del mensaje. La socarronería ciudadana acepto como broma lo que en realidad era un dardo dirigido al charnego, una crítica política brutal que reivindica el nacionalismo excluyente de siempre.
miércoles, 17 de febrero de 2010
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