sábado, 13 de febrero de 2010

El trabajo parlamentario del nacionalismo.

Han fracasado, y ahora se nos calientan las meninges con las dudas que despiertan esas acusaciones atravesadas de falta de voluntad política de los otros en los trabajos de la comisión parlamentaria que hoy firma su defunción. Aseguraba Montilla, a renglón seguido del caso Pretoria, que instrumentali-zarían los medios para que el Parlament aprobase (por fin) una Ley Electoral catalana que dinamizase democráticamente la participación ciudadana; Ernest Benach, decía, "que era la solución al problema de desafección de la sociedad catalana" y su camarada Puigcercós hablaba de su necesidad "imperativa"; y sí, sí, como buenos chicos, los partidos montaron el chiringuito de una Comisión que trabajase para concertar tan buenos propósitos; tristemente los resultados negativos eran previsibles desde el principio, liquidan las maravillosas declaraciones e intenciones regeneradoras, acabando por tirarse plumas y tinteros a la cabeza. Actualmente la división provincial da como resultado 85 diputats por BCN y 50 para las otras tres provincias (que quedan superrepresentadas); naturalmente la intención era mejorar la proporcionalidad, un ciudadano un voto, subiendo la representación del macroespacio provincial capitalino; la mayoría de los partidos aceptaban las 7 veguerías y dos representantes por cada circunscripción menos BCN (una concesión al agro); los nacionalistas de CiU han apalancado al burro frustrando las propuestas de la mayoría, porque al parecer querían 70 escaños para el Area Metropolitana, 10 a Tarragona, 16 a Gerona, 6 al Alt Pirineu-Arán, 8 a las Comarcas Centrales, 9 a Lérida, 7 a las Terres de l'Ebre, añadiendo por último una octava veguería, el Penedès, a la que asignan 9 representantes. La Comisión no podía prosperar en sus trabajos, ante la cínica posición de los nacionalistas, ya que el visto bueno parlamentario exige una mayoría parlamentaria de 2/3, teniendo la federación catalanista 48 escaños de un total de 135. El partido nacionalista, creído triunfador en otoño, ya ha anunciado que harán realidad la Ley Electoral Catalana en la próxima legislatura; mas clientelismo, mas cultura comarcal, mas inversiones, mas deslocalizaciones administrativas, mas funcionarios, etc. que debiliten a la capital y refuercen el tejido clientelar del pujolismo (en muchos casos caciques y prohombres del franquismo); dos polos que al final enfrentan a BCN (ciudad universal) y el campo. El catalanismo quiere encerrar a la gran ciudad deteniendo el tiempo, el progreso y la revuelta, ensimismandola en una realidad nacional que nunca formó parte de la realidad histórica. Las trifulcas partidarias, la liquidación de la comisión electoral, ponen en evidencia la ineptitud del tripartito institucional, las palabras de Benach recomendando "que los intereses partidarios no pasen por encima del interés general" no necesitan otras aclaraciones.

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