miércoles, 10 de febrero de 2010

La centralidad nacionalista.

En una depresión económica desconocida en España que lleva a la inmensa mayoría de la población (mas del 75%) a desconfiar en las capacidades para sortearla del gobierno de ZP, el PP no remonta, según todos los analistas, sus espectativas como alternativa válida entre la ciudadanía (su labor opositora no convence). Es el momento para que los nacionalistas catalanes (CiU), como aves carroñeras, sumando las fuerzas del PNV ocupen la escena de la centralidad política española ofreciendo "un pacto de Estado contra la crisis"; la situación es oportuna para sus intereses ya que tienen a la vista las elecciones autonómicas en las que se creen ganadores por mayoría absoluta, y dos años de zapaterismo para estrechar complicidades electorales, garantizando la gobernabilidad (los nacionalistas hablan de acuerdos puntuales) del país convirtiéndose "de facto" en la fuerza decisoria de la gobernabilidad, en el auténtico poder del Estado (al que podrán, vista la debilidad socialista vaciar de contenido). La escenificación no pasa desapercibida a los catalanofólogos (mantengo en la retina las sonrisas complacientes de los Pujol, Trías, Duran y Mas en la última Ejecutiva de la federación en la acordaron la "novedosa" estrategia); CiU y PNV, al margen de la petición en el mismo sentido del PP, pedirán la comparecencia de Zapatero en Senado (ayer) y Parlamento (hoy) para intercambiarse los anillos y arras; de cara al electorado nacionalista y a las fundadas reservas de los españoles de a pie, los acuerdos se establecerán bajo el signo de la desconfianza, con la intención clara de "arrimar el hombro" y variar la orientación económica del Gobierno; de esa manera desplazan al fuera de juego a los peperos, que en Cataluña y en otros sitios serán tachados de derechona, conservadores, irresponsables, antipatriotas y otras lindezas mas gruesas (frenando en seco sus aspiraciones electorales) siendo ellos las palomas de la concordia. El centro político español lo ocuparan estos taimados nacionalistas poliédricos, que en Cataluña abogan por las consultas independentistas declarándose abiertamente soberanistas, y ratifican la persecución de la cultura española de la infantería tripartita. Escabrosamente las contradicciones PSC-PSOE se hacen patentes, porque unos (PSC) reclaman una actitud mas reformista y menos fundamentalista (buscando apoyos entre la sociedad catalana) y esa querida centralidad que quebrantan a diario la asociación que preside Montilla y el núcleo socialistas madrileño que ve satisfactoriamente, cuando no apuesta abiertamente, por el triunfo autonómico de CiU y los pactos de gobierno posteriores (los nacionalistas esperan que los sociatas catalanes sean sacrificados en aras a esa gobernabilidad) al reparto de cromos. El miedo del pujolismo está en un adelanto electoral, dimitido ZP, que de como ganador a Rajoy (defendiendo éste una idea de España), o bien que lo que definen como sector jacobino del PSOE (piensan en Guerra) ofrezcan sin condiciones un gobierno de unidad nacional al PP, UPyD y otros españolazos. El husmeo del cazador se convierte en fiasco, ante la volubilidad del personaje, que con cuatro volteretas de bambi tozudo, dogmático e imprevisible (que no aprende de la inteligencia nacionalista,) saque de la chistera otra solución o capricho para afrontar la crisis. Nuestra suerte, pesimista a la fuerza, pende del canto de un duro, ya que podría revertir en mas infortunio.

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