Se ha convertido en una especie de discurso oficial de una Comunidad frente al Estado, contando con el beneplácido de todas las organizaciones políticas, lo que más o menos significa que se ha elaborado a espaldas de los aborregados contribuyentes (que sin embargo abominan de sus dirigentes políticos). La voz de Juan José López Burniol (famoso notario) la hemos oido alta y clara (el Pais) en un reincidente artículo en el que avisa de que "el encaje de Cataluña en España solo tiene dos opciones: la federal o la autodeterminadora. Se impone una reforma constitucional pactada por el PSOE y el PP" (una obviedad necesaria, a pesar de que en Cataluña el partido conservador es vejado a diario, extrañado con cordón sanitario y demonizado notarialmente). El "notario" rechaza las impugnaciones presentadas ante el Tribunal Constitucional considerándolas sin más un fracaso político de primera magnitud (¿de quién?). El conspicuo miembro del Cercle d'Economia afirma por centésima vez, "que dada la naturaleza del gravísimo contencioso que subyace bajo estos hechos, el problema subsistirá incolume cualquiera que sea la sentencia del Alto Tribunal" lo que nos obliga a escoger entre federalismo o independencia (por el hastío de unos, la desafección de otros y la falta de un proyecto compartido por todos). Demasiado clara, el pié de lobito le descubre, la coincidencia de López Burniol con los postulados defendidos por el PSC de Montilla. Su visión apocalíptica se contrapone a la dura realidad ciudadana: la mayoría de los catalanes aceptamos nuestra condición doméstica compartida con la española sin mayores estridencia, o más bien, burlonamente ante la ansiedad diferenciadora de Montilla (aplicando en el dia a dia el Estatut, a pesar de que una sentencia le deshará el artilugío) que sigue amenazando al Tribunal Constitucional con la movilización catalana. Miente el notario cuando asegura que el contencioso catalán es el principal problema español permanente en el tiempo e inmutable ante la Transición (lo saben los que tienen entendederas: la territorialidad era cuestión secundaria, lo trascentente fué la formalización de una Constitución democrática); la organización autonómica del estado fué un diseño de éxito para integrar en el conjunto la pluralidad cultural como valor añadido a la nacionalidad española. ¿De dónde saca nuestro notario de izquierdas que el Pacto de la Transición sobreentendía la puesta en marcha de un proceso de progresiva redistribución del poder político, concorde con el reconocimiento de la plurinacionalidad del Estado?, un proceso que había de desembocar en una estructura federal de la nación española y que una de las dos partes no puede abortar sin infringir el Pacto Constitucional. La argumentación del sr. López de que la mencionada fórmula transaccional ha dado como fruto un cuarto de siglo fecundo y venturoso para España nos remite a la cantinela pujoliana que para el notario es un acta de fé ciega (los no nacionalistas sabemos de su coste para el país en términos de soberanía política o económica) al margen de las consecuencias tangibles del embrollo estatutario. Nos razona, que llegados al punto de dar el paso para el desarrollo del Estado Autonómico (decidido o querido por quién?) se inició la ceremonia de la confusión: unos en una defensa numantina de sus privilegios enmascarados en la intangibilidad constitucional, otros con la reforma precipitada del Estatut, para endilgarnos como desmemoriados palurdos la necesidad del acuerdo PSOE-PP (al que se sumarían todos) para avanzar en la reforma constitucional (es claro si por la puerta de salida han colocado el Estatut, ahora hay que acompañarlo bajo palio constitucional a la entrada de la puerta principal). En definitiva, los socialistas catalanes eje del proceso político actual, nos ofrecen como alternativa la salida federal (un Estado Federal simétrico, pero con diversos contenidos competenciales) frente a la solución independentista de derribo del Estado convirtiendo el país en un número indeterminado de Estados independientes. Juan José López Burniol no habla solo (las malas lenguas hablan de su coautoría en el editorial múltiple de prensa), es un tertuliano habitual de tv3, columnista de varios periódicos (aquí ha utilizado "pedagógicamente" el País un medio nacional psoeista), miembro de "Ciutadans pel Canvi" (invento de Maragall para incluir personalidades de la sociedad civil catalana en su alternativa al pujolismo) que forman parte del grupo parlamentario socialista. Las últimas palabras de notario nos amedentran "Dios ciega a los que quiere perder", no por el contenido sino por quién las dice.
lunes, 11 de enero de 2010
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