domingo, 10 de enero de 2010

Mafia barcelonesa

Hace unos pocos años Manolín Martínez y David Dueñas (dirigente de Seat, sección pinturas) volviendo a BCN desde la fábrica de Martorell atascados por el tráfico en el Cinturón del Litoral decidieron desviarse por un atajo conocido de la zona portuaria; inmediata-mente sintieron el aliento de un camión que les empujaba hacia el arcén; al pedir explicaciones al conductor este les contestó con un gesto obsceno insistiendo en un acoso al que se sumaron después otros transportistas; nuestros amigos terminaron con el coche abollado, parados, viendo como se alejaban los agresores. Me contaba David, que fueron a denunciar el caso a las organizaciones sindicales del puerto (CCOO, UGT), las cuales se inhibieron en actitud "sospechosa" (funcionarios, estibadores, camioneros, empleados, etc. constituyen las bases sindicales); comentamos entonces, el silencio mafioso de las entidades que rigen la actividad portuaria, la misma procedencia de Jordi Hereu (amamantado por la APB) designado alcalde por voluntad de Montilla, el funcionamiento de las organizaciones de transportistas autónomos. Hace un año salió a la luz el conflicto de los camioneros organizados en la asociación Transcont (integrados en la Asociación Nacional de Empresarios y Profesionales Autónomos) frente a la Autoridad Portuaria por que ésta intentaba introducir un "sistema electrónico regulador del acceso de los camiones al Puerto" que, decían, les perjudicaba gravemente; detrás mas de 800 conductores se declaraban en huelga indefinida (el procedimiento rector es la Asamblea) y se manifestaban por el recinto con silbatos (los vimos en la tele); la Guardia Civil actuando con firmeza atemperó las acciones violentas (tan propias). El otro día supimos que la Audiencia de Barcelona ha condenado a Antonio García Villalta, el Pistolas (hacia ostentación del arma que guardaba en la guantera), expresidente de Transcont, a siete años de prisión (5 por extorsión y 2 por asociación ilicita), Manuel Martorell, Luis Valverde, Espinete, José Luís Pulido, el Puma y José María Bragado a seis años, y otros dos sujetos han sido declarados absueltos; la sentencia disuelve a Transcont (con 600 asociados), plataforma de actuación de la mafia y primera organización de transportistas portuarios desde hace muchos años (monopolizó el transporte de contenedores). La organización criminal actuaba con la metodología habitual, para proteger y garantizar el trabajo "operando sin miedo" pedían en concepto de donativo de 6.000 a 30.000 eu por cabeza (a los disconformes se les atacaba con bolas a la luna de la cabina, pinchazos en las ruedas o se les quemaba directamente el transporte); las amenazas de daños personales o pérdidas patrimoniales habían arruinado a muchos pequeños transportistas; la red mafiosa intimidaba también a los empresarios del sector para que contrataran tan solo a los afiliados a Transcont. La Autoridad Portuaria que había asistido complaciente al desarrollo de la historia (les concedió una pegatiza azul identificatoria que colocaban hermanados en el cristal del vehículo) al final no se libró de la violencia intrínseca del crimen organizado: su Presidente Joaquim Coello recibió las correspondientes amenazas cuando les rogó que permitiesen "la libre competencia". La prensa informa que los condenados se hicieron con más de 400 mil/eu recogidos ilegalmente al forzar la firma de unos 60 documentos. Una pátina de silencio recorre las aguas del Puerto, el muelle de pescadores languidece, y al fondo (acabando el paseo de la Barceloneta) resalta el perfil de cuchillo de carnicero del hotel Bofill (un atentado ecológico, pretenciosamente monumental, y aceradamente frio) frente al mar de las medusas.

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