La actualidad tiene un protagonista indiscutible, el President José Montilla y su escrito a 201 entidades catalanes reclamando tensión y compromiso frente a una hipotética sentencia en contra del texto estatutario que ha llegado a la mesa del Tribunal Constitucional; el máximo representante socialista en Cataluña en tono intimista que se aleja de la distancia protocolaria se alinea en posición combativa con las posiciones mas nacionalistas (el independentismo le desborda en su credibilidad garantista) curándose por anticipado en salud. Identificando los intereses de Cataluña con los de la clase política que ha pergueñado el articulado de ese proceloso Estatut califica a éste de superior ley de leyes catalana frente a la antigüalla constitucional. Sacando de la barretina el conejo del editorial conjunto (el origen del cual le es tan cercano) al que dice apoyan instituciones y asociaciones políticas, académicas, empresariales, sindicales (¡que vergüenza!), deportivas, profesionales, culturales y eclesiásticas por "su extraordinario impacto en la opinión pública" reclama la unidad social y política con la firmeza que da el sentimiento de afirmada confianza; Montilla informa a las entidades que la política no es asunto sólo de su propia fauna sino de la sociedad entera sugiriéndo la movilización frente a las instituciones del Estado. Haciendo virtud de la ilegitimidad, el despliegue "constante y efectivo" de esa Ley Orgánica (tachados muchos de sus apartados de inconstitucionalidad por el propio Defensor del Pueblo) es la mejor manera de defender y de servir a los intereses de Cataluña; convoca a todas las entidades a dar una respuesta contundente, clara y unitaria frente a la sentencia apelando al sentido patriótico de sus miembros. El lince de Cornellá (nacido en Iznájar y residente en Sant Just) amenaza de la forma mas descarada y directa a un Tribunal Constitucional absolutamente cercado por la política socialista en vísperas del esperado pronunciamiento haciendo crujir las jarcias de la barcaza catalana. Asfixiando la pluralidad política, imponiendo la idea única de la identidad, aplastando derechos y libertades, estudia como abordar las próximas autonómicas decidiéndo hacerlo en su versión nacionalista (tan impropia para su electorado). Desde luego una alternativa nacional (constitucionalista) despeciada por la izquierda, debe encontrar su espacio reclamando la participación de la mayoría ausente en otras convocatorias al margen de los socialistas de boquilla y esos izquierdosos de salón; una alternativa antinacionalista que radique en el sentido común de la mayoría de nuestros ciudadanos (en esa entidad civil militamos todos los que no lo hacemos en las oficiales subvencionadas). Lo de Montilla es el grito desesperado de un negado, de un oportunista incapaz, de un cobarde embarcado en un mundo virtual, irreal. ¡Delirante!
jueves, 7 de enero de 2010
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