jueves, 18 de marzo de 2010

CpC

Cuando Maragall era una especie de Julio Cesar, vencedor en mil batallas políticas, que vivía retirado en la república romana se empezó a construir aquella imagen grandiosa de su personalidad genial a partir de la cual era posible elaborar una alternativa socialista a la aristocracia clientelar del nacionalismo pujolista; sus promesas de regeneración social, de igualitarismo y solidaridad empezaron interesar a una comunidad marcada por la exclusión y la discriminación. Su llegada triunfal a BCN, llamado por un partido históricamente acomplejado ante el catalanismo, y su disposición a encabezar la alternancia levantó muchos entusiasmos entre las capas sociales mas oprimidas y la prensa presionada por las circunstancias elevó a categoría la segura victoria del ex-alcalde olímpico frente al aborrecible Pujol. Su campaña electoral, tan personalista, vino marcada por el distanciamiento respecto al propio partido favoreciendo la creación de un movimiento cívico-político "Ciutandans pel Canvi" (formado por intelectuales de izquierdas) que tenía su razón de ser en el respaldo incondicional a su persona. Integrados en las candidaturas del PSC desde 1999 han formado parte del grupo socialista en el Parlament de Catalunya y salvado el periodo demencial del experimento esperpéntico del primer Govern d'esquerras continúan activos integrados en el grupo del president Montilla sin complejo de Edipo. De tanto en tanto, a través de sus individualidades largan mensajes soberanistas barnizados de ideas socialbalcánicas pretendiendo vertebrar cuantiosos apoyos al mortecino proyecto socialista. Lo último el acto celebrado en la calle Canuda en el Ateneo barcelonés (cuyo vicepresidente es Ferran Mascarell), interviniendo David Elvira, Miquel Caminal, Toni Comín, López Burniol y Carme Valls (presidenta de CpC) en el que este grupo de presión ha llamado a modificar la Constitución española en el sentido de reconocer la plurinacionalidad del Estado para así convedir a nuestro país en una "Unió Federal"; los conferenciantes presentaron una especie de decálogo reivindicativo en el que se recoge el reconocimiento del catalán como lengua oficial en toda España, la instauración estable de "La Conferencia de Presidentes de los Estados Federales", la reforma del Senado en Cámara de representación territorial; el nuevo Estado federal, tendría como cocapitales a Madrid y Barcelona, siendo esta última la sede del Senado (p.e.); El hijo del malogrado Alfonso Carlos Comín, Antoni, afirmó "El federalismo es aceptable como segunda opción tanto por los independentistas como por los autonomistas" continuando "los federalistas son una mayoría latente a la que hay que despertar" (?); estos socialistas, de dorados salones y platós televisivos, se mostraron conformes con el modelo canadiense guiñándo el ojo a los atónicos espectadores "las comunidades federadas participan libremente del proyecto común del Estado federal", y de esa manera todas las federaciones tienen abierta la puerta a la independencia con todas las de la ley. Naturalmente Cataluña, elevaría sus competencias en todo lo relacionado con las especificidades nacionales y los derechos históricos. Con esas manos y con esos medios piensan los socialistas tejer la malla de acero que detenga el aluvión nacionalista de CiU. En estos tiempos, y después del pasado reciente, ni se enteran que hay españoles que les votan, e ingratamente ni quieren saberlo, ellos circulan en dirección opuesta. ¡Cabe mayor candidez, desfachatez o maldad estrafalaria!

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