Nuestra ciudad se ha convertido en el paraiso para los squatter de allende nuestras fronteras. En cualquier esquina de cualquier barrio se te abre una perspectiva increible cotemplando una casa okupada: juego de pancartas, banderas piratas o anarquistas, maniquíes asomadas a balcones en posiciones absurdas, enormes grafitis que a veces se convierten en monstruos de ciencia ficción que abrazan a todo un edificio, bajos dedicados al comercio de intercambio (mercancía salida de la basura) o convertidos en pretendidos ateneos culturales, etc. La humanidad del movimiento en nuestro medio mediterráneo es de una acentuada variedad, nenes de papá, centroeuropeos de rastas y patines, italianos, jóvenes de un pretendido movimiento anarcocontracultural y antisistema, anticapitalistas, inmigrantes sin papeles o comunitarios, gitanos rumanos, etc. que conviven marcando sus propios espacios en el interior de todo un edificio de propiedad privada. Las consignas que presiden los balcones son estrafalarias y provocadoras (en Pza. España he visto una reclamando la libertad para Euskadi con el mapa de las tres provincias vascas, Navarra y dos departamentos franceses en negro) como aquella que dice: "No temas a la crisis mientras haya una casa por okupar y un supermercado abierto". La actitud de nuestros políticos ante las continuas okupaciones de nuestra ciudad es, desde hace mucho tiempo, de una pasividad escandalosa (recuerdense las manifestaciones solidarias de Imma Mayol con este fenómeno); la situación económica que viene arrastrando el cierre masivo de pequeños negocios, el estancamiento de la compra-venta de pisos y el freno del alquiler de viviendas, la debacle en la industria de la construcción, en no poca medida, ha ayudado a que se multipliquen las ocupaciones de fincas. El paisaje de la ciudad lo detecta, fiestas de fin de semana en estas fincas ocupadas, corros atípicos en las puertas, música experimental, botellones o bricks vacios, convocatorias a actos, retención de las aceras, etc. La noticia está en Ciutat Vella (c/Magdalenas, 13 y 15, c/Amargós, 6) en donde grupos de squatters se instalaron hace cuatro años bajo el pretexto del "mobbing inmobiliario", "la defensa del derecho a una vivienda digna" e inmediatamente se pusieron a funcionar bajo el nombre Espai Social Magdalenes (agrupando a 5 colectivos); pero estas fincas tenían propietario: Hoteles Catalonia a quien el Ayuntamiento le había concedido el permiso para construir un hotel de tres estrellas (65 habitaciones); los representantes de los squatters se reunieron con la concejala del distrito, Itziar González, consiguiendo frenar las obras y suspender el proyecto de la propiedad alegando el ayuntamiento problemas con la licencia de obras. Ante la complicidad municipal, Hoteles Catalonia ha presentando una demanda judicial para desalojar a los squatters; sabida la noticia el Ayuntamiento se ha comprometido ante los okupas para ofrecerles una alternativa positiva; efectivamente el pleno del distrito a propuesta de ERC ha aprobado conseguir un espacio alternativo al Espai Social Magdalenes. La Asociación de Vecinos y Comerciantes (que llevan once meses esperando para reunirse con la concejala sra. González) no entienden el trato de favor que reciben los okupas y la desatención administrativa hacia los vecinos; los ciudadanos se quejan que los squatters hacen unas fiestas "y su ruido no se puede aguantar"; en carnaval "el sarao empezó un viernes y acabó el domingo" teniendo que aguantar un permanente "boom boom" imposible de soportar; cuando llegó la primera orden de desalojo un centenar de personajes cortó la calle organizando un desayuno-protesta, y una enorme pintada en la fachada alusiva al desalojo. Sufrimos una ciudad al gusto de nuestros políticos. Eso sí, a veces se dejan ver una pareja de la guardia urbana o una patrulla de los mossos. Bien.
viernes, 5 de marzo de 2010
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