martes, 30 de marzo de 2010

El nacionalismo contra BCN

Fue el gran mercado de abastos de BCN hasta el año 1971 en que se creo Mercabarna en la ZF. Languideció durante unos pocos años y está en obras de reforma desde hace 38 años. En las grandes salas del Mercat del Born, recuerdo, se celebraron actos políticos, algún concierto y no se si actividades teatrales, a la espera de su destino último (¿Biblioteca Central?). Es en su clase, el recinto mas importante, mas monumental, y mas bello de toda la ciudad; construido por el arquitecto Josep Fontseré en arquitectura funcional, su estructura metálica de enormes columnas de fosa y arcadas de acero, con enormes vitrales, facilitaban la luz, el movimiento del aire y la salubridad de las frutas y verduras de sus expositores. De hecho el barrio de la Ribera, indistintamente, se le conoce como el Borne; en ese entorno medieval (Sta. Maria del Mar, c/Montcada) todavía abren sus puertas mayoristas de "ultramarinos" (pesca salada, legumbres, especies, cafés, chocolates, embutidos, etc.) visitados por los pequeños comerciantes y particulares de nuestra capital; contruido sobre la antigua Ciudadela, el edificio, está encuadrado por una serie de manzanas porticadas (Fontseré) que se encajan entre la c/Comerç y el Pº Picasso (por cierto frente al Parque se han derribado inmotivadamente parte de esas hermosas construcciones). El futuro incierto de esa obra única del XIX se aclaró cuando los obreros tropezaron con restos de la vieja ciudad del XVIII (época de la entrada de las tropas borbónica en la ciudad) y el nacionalismo forzó "el conservacionismo" de los yacimientos y su destino museístico para airear el catalanismo místico de las viejas piedras del arrabal. A partir de aquí se ha abierto un amplio movimiento opositor entre los vecinos que se agrupan en la asociación "El Torn del Born": en una mesa redonda celebrada en la Asociación de Ingenieros Industriales un vecino acusó a los arquitectos encargados de la restauración de "cargarse los elementos originales del edificio, como las tejas, los vidrios y los ladrillos que rodean el antiguo Mercado", abundando en que no saben nada del proyecto museográfico y que "los cubículos de cristal hipotecarán el interior del edificio de forma irreversible"; los arquitectos encargados de las obras (Cáceres, Enric Soria) plantearon que cada arquitecto defiende un proyecto "el nuestro será lo mas neutro posible porque la arquitectura ya está hecha". Mientras el representante del Ayuntamiento, afirmaba que el Born será un yacimiento, un equipamiento y un monumento, siempre buscando que una de las tres no pisotee las otras, el portavos de los vecinos reclamó que la cubierta sirva para proteger una plaza abierta y que los restos se oculten en el subsuelo como ocurre en la Pça. del Rei, "queremos un espacio vivo, no una plaza vacía y muerta". Los vecinos que se llevan años sin poder dormir ante el ruido de las electroperforadoras, los compresores, los camiones con cascotes, etc., tendrán que hartarse de paciencia porque enfrente tienen el talibanismo, el irredentismo absoluto, el dogma ciego del catalanismo dominante. Para ellos el Mercat del Born tiene que ser un lugar expansor de sus ideales sacralizando aún mas el punto cero del Fossar de les Moreres (con su llama eterna y sus coronas de flores) en donde los muertos virtuales de la guerra de Sucesión española, aquí independentistas, descansan en paz la mayoría de los días del año.

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