Pasaron los tiempos en el que el trabajo periodístico era el arquetipo de una profesión liberal e independiente; la prensa en su porfía por erigirse en portavoz crítico de una sociedad en evolución habia alcanzado la categoría de "cuarto poder" superando la división de la democracia ilustrada; nadie escapaba a la investigación diaria de los hechos dentro del contexto social y político del momento, y ese derecho a la libertad de información lo recogen la mayoría de Constituciones occidentales como fuente esencial para medir el nivel cultural en el desarrollo de cada Estado. En Cataluña hace décadas que la libertad editorial, que la libertad de expresión que debe oxigenar la opinión ciudadana han sido conculcadas y secuestradas por el poder político nacionalista de la manera mas vil, es decir a través de la subvención o la publicidad institucional; por eso algunos pensamos que la prensa está comprada y los esforzados tribuletes catalanes convertidos en funcionarios nacionalistas dispuestos a manipular la noticia objetiva para disfrazarla en canallada con el espíritu mas servil. La consecuencia es la pérdida de credibilidad de los medios, los malos resultados económicos de los grupos editoriales, la desconfianza de las Caixas d'Estalvis (mediatizadas por el poder político) que financian las pérdidas, y la subsiguiente precariedad laboral, pérdida de puestos de trabajo y desacreditación profesional (muchos gusanean terminando como asesores de políticos de tercera en el entorno de Montilla o Hereu): en el caso de tv3 la tensión ha venido motivada por el Convenio y la pretensión laboral de convertirse en funcionarios (conciliación laboral), un convenio de producción de mínimos y aumentos salariales; los trabajadores de tve han protagonizado una huelga de 24 h. (después de paros parciales) en protesta por la externización de las producciones propias en favor de Mediapro (el gran aliado de los nacionalistas y socialistas), la supresión del canal cultural (los trabajadores de Sant Cugat temen ser los mas perjudicados con estas medidas), la disminución de puestos de trabajo al desguazarse la entidad pública a favor de las cadenas privadas (en Cataluña piden además la dimisión de Montse Abad la directora territorial); el diario nacionalista Avui absorbido por El Punt ha visto suprimida su sección de deportes, desapareciendo también la mayoría de sus colaboradores (se ha prescindido de los fotógrafos), se ha abierto un proceso de prejubilaciones y los salarios bajan hasta equipararse a los de la empresa compradora (pretenden hacer dos diarios con una sola redacción); la Vanguardia, afectada por un ERO anterior se ha visto obligada a readmitir a ocho trabajadores al dictar un magistrado que el despido, en su caso, fue nulo; la agencia Efe ha propuesto a su plantilla la reducción salarial entre un 4-4,5%, la eliminación de pluses o el despido de 35 empleados (se harán el harikiri en referendum); exactamente igual ocurre con el grupo Prisa que ha propuesto a sus empleados la reducción salarial y pérdidas en las condiciones laborales (la venta de las acciones del holding en manos de Polanco a un grupo americano, o la Cuatro a Berlusconi intentan aliviar la debacle de su deuda bancaria); el Periódico un medio del grupo Z que ha sufrido un ERO que ha supuesto el despido de 442 trabajadores (la operación se financió con un crédico sindicado encabezado por La Caixa) y ahora se habla de desprenderse de otros medios del grupo para resolver la crisis financiera; según informa el Triangle (semanario satírico) quien está sufriendo mas es el colectivo de colaboradores (de los cuales prescinden las empresas) que pierden el trabajo sin indemnización ni cobertura social. Una cosa parece evidente, la crisis institucional (económica, social y política) arrastra hacia las alcantarillas a todo el musgo adherido al poder; un modelo de comunicación en crisis, muy cuestionado y que no puede soportar el advenimiento de las nuevas tecnologías y el abandono de los lectores. Hora sería de que el Colegio de Periodistas de Cataluña efectúe un examen de conciencia, analizando a la luz de este siglo, la independencia profesional, el papel de los títulados periodistas y su función social en la comunicación, revitalizando la libertad de expresión. Porque estamos hartos de ser siervos de los escribas nacionalistas y queremos ser ciudadanos libres de una sociedad democrática multicolor en la que cada voto valga su peso en oro (por eso la información debe ser imparcial). Y si no, que los entierren de una puñetera vez.
lunes, 22 de marzo de 2010
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